La fórmula para perder
Esta es la fórmula para perder una elección presidencial en Estados Unidos: usa palabras que insulten a muchos latinos (como “illegal aliens”), apoya la ley más racista del país (la SB 1070 de Arizona), di que estás a favor de la “auto-deportación” (que le haría la vida imposible a millones de inmigrantes) y anuncia que vetarías el Dream Act (que beneficiaría a estudiantes indocumentados). Si haces todo esto junto, vas a perder el voto latino y vas a perder la elección presidencial. Seguro. Una y otra vez.
Esto es exactamente lo que hizo el candidato Mitt Romney y el partido Republicano. Y perdieron la Casa Blanca y a los votantes hispanos. El presidente Barack Obama obtuvo el 71 por ciento del voto latino y Romney apenas alcanzó un 27 por ciento, según la encuesta de ABC News. Los Republicanos van en caída con los latinos.
George W. Bush obtuvo el 44 por ciento del voto latino en el 2004. Pero aún si fue solo un 40 por ciento –como aseguran nuevos cálculos- fue un record y le hizo creer a los Republicanos que su agenda conservadora –contra el aborto, contra los abusos del gobierno y el pago de menos impuestos- llevaría a su partido a millones de votantes latinos. Esa ilusión duró poco.
John McCain cayó al 31 por ciento del voto latino en el 2008 y Romney, con sus ataques a los inmigrantes indocumentados, se fue aún más abajo. Desde 1996 no les iba tan mal a los Republicanos con los latinos. No basta su agenda conservadora; necesitan también una política migratoria más realista.
Los Republicanos desaprovecharon una oportunidad histórica para recuperar el voto hispano. Se enfrentaron a un presidente que ha deportado a más de un millón y medio de indocumentados, y que no cumplió una promesa migratoria. Pero en lugar de proponer soluciones concretas, atacaron a los hispanos y a los inmigrantes como si fueran sus enemigos. Se olvidaron que la cuestión migratoria es algo personal para nosotros los latinos: más de la mitad de los adultos hispanos somos inmigrantes y la otra mitad conoce, trabaja o vive con inmigrantes.
Romney pudo ser un nuevo Bush con los hispanos. Pero no quiso. En cambio será recordado como el primer candidato Republicano desde 1986 que se opuso a darle a los indocumentados un camino a la ciudadanía. Así, Romney perdió a los latinos en estados clave como Colorado, Nevada y la Florida. Y si siguen así los Republicanos perderán también Texas en un par de elecciones. A partir de ahí sería todo cuesta abajo.
La lección es clarísima: si los Republicanos no mejoran su relación con los latinos van a perder la Casa Blanca por generaciones. Y para mejorar esa relación lo único que pueden hacer es demostrar, con hechos y con leyes, que de verdad les importan los latinos. Todos. No solo los legales.
Los congresistas Republicanos se quedaron en el pasado. Se oponen, en su mayoría, a una legalización de indocumentados cuando el 65 por ciento de los norteamericanos lo apoya, según una encuesta hecha por Fox News el día de la elección.
El primer paso concreto que deben dar los Republicanos es cooperar en el 2013 con los Demócratas y con el presidente Barack Obama para negociar una legalización de indocumentados. No se trata de abrir la frontera. Se trata de ser justos y de resolver la situación de 11 millones de personas que viven en la oscuridad y con miedo. Para los Republicanos es una simple cuestión de sobrevivencia política. Si no lo hacen, el voto latino los va a desaparecer del mapa.
Dentro del partido Republicano hay figuras de mucho peso -como el ex gobernador de la Florida y posible candidato presidencial para el 2016, Jeb Bush- que favorecen una reforma migratoria integral. Hay muchos como él que comprenden que el partido Republicano no tiene un futuro sin los hispanos. Es una simple cuestión de números. Somos más de 50 millones y en el 2050 seremos 150 millones; uno de cada tres norteamericanos será latino.
El país está cambiando demográficamente y, como lo reconoció el ex congresista Republicano, Tom Davis, ya no hay suficientes hombres blancos para que su partido gane elecciones. Si no aumentan su apoyo entre los latinos, los Republicanos están condenados al fracaso.
Para mostrar su buena voluntad, los Republicanos podrían comenzar controlando su lenguaje. Cuando el gobernador Romney fue al foro de Univision en septiembre, le llamó “extranjeros ilegales” (illegal alliens) a los jóvenes indocumentados que fueron traídos de niños a Estados Unidos por sus padres y cuyo único crimen es querer ir a la universidad.
Pero para muchos latinos ese término es un insulto. Ningún ser humano es ilegal, decía el sobreviviente del holocausto Ellie Wiesel. Por cosas así, Romney tuvo el más bajo apoyo entre los votantes latinos en 16 años.
La nueva regla de la política en Estados Unidos es que nadie llega a la Casa Blanca sin el voto latino. Pero parece que en esta elección nadie se lo dijo a Mitt Romney.