México no aguanta dos volcanes
Lo peor de la actual crisis de violencia, impunidad y corrupción en México es esa espantosa sensación de que no va a pasar nada. Nada.
Es el temor, bien fundado, de que no habrá justicia en el caso de la matanza de 43 estudiantes en Guerrero, ni habrá tampoco una investigación oficial sobre cómo se financió la casa de siete millones de dólares de la familia presidencial. Indigna sospechar que todo seguirá igual.
Ya nos ha pasado antes. Nadie pagó por la masacre de estudiantes de 1968. Nadie ha investigado oficialmente cómo nuestros ex presidentes se han hecho millonarios. Y ahora el México del presidente Enrique Peña Nieto es el paraíso de los delincuentes; casi nadie reporta los crímenes -por desconfianza en la justicia- y casi todos los delitos que sí se reportan quedan impunes (INEGI).
¡Cómo extraño a Carlos Fuentes! Cada vez que había una crisis grave en México, iba a la casa-guarida del fallecido escritor y me lo trataba de explicar. Pero la última vez, tras analizar no sé qué momento en la historia reciente del país, me dijo como conclusión una frase terrible: “México aguanta dos volcanes”.
Se refería, por supuesto, a los dos volcanes que vigilan y amenazan permanentemente a la ciudad de México, el Popocatepetl y el Ixtaccihuatl. Pero también a esa capacidad tan mexicana de aguantar las tragedias y los abusos de sus gobernantes.
No entiendo, de verdad, cómo pueden haber sido asesinados 43 estudiantes y no culpar de eso a la fallida estrategia contra el crimen de Peña Nieto. “Desde luego que fue un crimen de estado”, me dijo en una entrevista José Miguel Vivanco de Human Rights Watch. Participaron policías, militares y políticos. Y el presidente, en un pasmoso acto de omisión e incapacidad, se ocultó -primero- y luego actuó con negligencia y sin asumir ninguna responsabilidad. Por eso crecen los pedidos, en las calles y en las redes sociales, para que renuncie. “Lárgate EPN” leí en una pared del palacio nacional.
La “casa blanca” de la familia presidencial es otra historia increíble. La periodista Carmen Aristegui y su equipo denunciaron con valentía y precisión que una corporación -que recibió contratos millonarios del gobierno del estado de México y una licitación (ahora revocada) de un tren rápido- es la dueña de la casa que adquiere a plazos Angélica Rivera, la esposa del presidente Peña Nieto.
La pregunta es si Peña Nieto y su familia se han beneficiado económicamente por estar en la presidencia. No conozco a ningún mexicano o mexicana a quien un ex contratista gubernamental le financie una casa así. Niguno. La casa fue valuada en siete millones de dólares pero ¿cuánto en realidad se está pagando por ella? Esto es un gravísimo conflicto de interés y un serio error de juicio presidencial.
¿Qué pasaría en Estados Unidos si una empresa privada, que recibió contratos del gobierno y del partido político en el poder (PRI), financiara en secreto la casa privada de la primera dama, Michelle Obama? Habría, les aseguro, audiencias en el congreso, investigaciones independientes -para determinar si hubo actos de corrupción y encubrimiento- y el mismo presidente correría el peligro de perder su puesto.
Ni la suma de todos los salarios de funcionario público en la vida de Peña Nieto alcanzarían para pagar esa casa en Las Lomas. En dos entrevistas, en 2009 y 2011 le pregunté a Peña Nieto cuánto dinero tenía y si era millonario. “No lo soy”, me contestó. Su problema es demostrar que ahora, en la presidencia, tampoco lo es y que su familia no se ha enriquecido injustificadamente.
Finalmente, me resisto a creer que los mexicanos hemos caído en un estado de “desesperanza aprendida”. Más bien, quiero creer que, después de tantos abusos, hemos aprendido a no dejarnos más. Los próximos días serán clave para que México cambie y a fondo. Si dejamos pasar este momento, estaremos condenados a lo que tenemos. A pesar del respeto y admiración que siempre le tuve, espero que en este caso Carlos Fuentes no tenga razón.
Posdata a tiempo. El presidente Obama hizo dos promesas a los latinos. Ahora es el momento de cumplir. A pesar de las amenazas de los Republicanos, debe ayudar a millones de indocumentados con una acción ejecutiva. Be bold (sea contundente) le han pedido los Dreamers. Beneficie a más de siete millones, le piden. Pero el verdadero riesgo es quedar mal con todos: con los Republicanos por hacerlo y con los latinos por ser demasiado tímido.