¿Quién puede ganarle a Obama?
Entre los Republicanos todavía no ha surgido nadie como el candidato indiscutible para la Casa Blanca. Hay muchos. Por lo tanto, todo parece indicar que las votaciones del próximo 6 de noviembre del 2012 no serán una lucha entre gigantes sino un referéndum sobre la presidencia de Barack Obama. Si la mayoría de los votantes cree que las cosas pueden mejorar con él, se queda. Si no es así, se va.
El presidente cumplió recientemente 50 años de edad con solo el 45 por ciento de aprobación, según una encuesta de Reuters. Y el mismo sondeo indica que la mayoría de los norteamericanos cree que el país va en la dirección equivocada (73%).
La decisión de la empresa Standard & Poor de quitarle la clasificación de AAA al gobierno es una muy mala calificación para el presidente Obama. Además, el mensaje al resto del mundo es inequívoco: Estados Unidos ya no es un país tan confiable. ¿Por qué? Se gastan billones más de lo que les entra en impuestos, tienen 14 millones de desempleados, sus planes para corregir rumbo no son claros y hay una parálisis política en Washington.
Ante la durísima pregunta ¿estamos hoy mejor que hace tres años? la respuesta contundente de muchos es: no. ¿Significa esto que Barack Obama no será reelegido? No necesariamente.
Aún falta saber quién será el candidato o candidata del partido Republicano. El factor carisma es fundamental. El factor Twitter también. Pero los Republicanos están obligados a presentar a alguien que suba los ánimos del país y que se presente como diametralmente opuesto a Obama. Si el retador no es suficientemente distinto al presidente que ya tenemos, entonces ¿para qué cambiar?
Cuando hay una crisis económica de estas proporciones, no basta criticar al presidente en turno. Hay que decir qué va a cambiar y explicar cómo piensas hacer ese cambio.
Pero hasta el momento, ningún Republicano ha logrado presentar un mensaje que prenda con el electorado. Entonces ¿qué decidirá la próxima elección?
La muerte de Osama bin Laden se anunció apenas el primero de mayo pero ya huele a noticia vieja. Está clarísimo que las próximas elecciones presidenciales no se van a definir por temas de seguridad nacional o por las guerras sino por la economía. Punto.
Pero la economía es un monstruo muy particular. Las decisiones de un presidente son una muy pequeña parte de un enorme engranaje que, mayormente, está fuera de su control. Un presidente, por ejemplo, no puede determinar los gastos y salarios de una empresa privada ni ordenarle a una ciudad cuantos impuestos cobrar.
Tenemos la falsa idea de que los presidentes son todopoderosos. Y muchos me han dicho que la gente quedaría sorprendida al saber lo poco que pueden influir en el día a día de un país. Por eso, por más que quiera, lo que puede hacer Barack Obama para mejorar la economía es muy limitado.
Los Demócratas argumentan que ellos heredaron la actual crisis económica de Bush y que, sin sus inversiones sociales y gastos multimillonarios durante los últimos tres años, hoy estaríamos mucho peor. Pero eso es demasiado abstracto para muchos votantes.
Cierto o no, Obama ya es el dueño de esta economía y ya no se vale culpar a los que estuvieron antes. Tampoco le va a servir mucho a Obama responsabilizar de la lentísima recuperación económica en Estados Unidos a los problemas financieros en Europa, particularmente España, Italia y Grecia. A los habitantes de la única superpotencia les gusta sentirse distanciados y protegidos del resto de las vulnerabilidades planetarias.
El reto para el presidente Obama es gigantesco y, quizás, imposible: los votantes le exigen que mejore la economía, que cree millones de empleos y que gaste menos dinero. No suena realizable.
La política moderna está basada en resultados. Las promesas no bastan. Los inspiradores discursos de Obama en el 2008 ya son historia. Ahora Obama está obligado a mostrar resultados positivos en la economía –sobre todo nuevos trabajos- en los próximos 15 meses. Si no lo logra, puede perder la reelección.
¿Quién puede ganarle a Obama? El nombre todavía no importa. Pero si las cosas siguen así, los votantes moderados e independientes que escogieron a Obama en el 2008 van a empezar a ver al otro lado. Justo o no, pero así es.
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