Aquí sigo…
Por: Juliana Henao
Algunos de ustedes me han preguntado que, si ya no escribo, y la respuesta es que, si sigo escribiendo, solo que he estado viajando un poco y he estado enfocada en algunos proyectos. que había postergado por algunos años. Hoy quiero compartir con ustedes mi experiencia al viajar.
Viajar me ha permitido conocer muchas personas y lugares, y quizás lo más relevante que he aprendido es que no importa en qué lugar del planeta nos encontremos o que costumbres tengamos o que tan diferentes podamos ser físicamente, a nivel interno no somos tan diferentes, nuestras emociones y anhelos son muy similares.
En su gran mayoría todos los seres humanos estamos buscando el amor, la aceptación, el bienestar físico, emocional y económico, pero muy pocos están realmente dispuestos a pagar el precio, por llamarlo de alguna manera a vivir despiertos, tener consciencia y lucidez.
Tomar consciencia implica un trabajo a diario de observación de los propios sentimientos y pensamientos, una continua educación del ego y permanente perdón.
Despertar implica no albergar resentimientos y culpas. Es un constante fluir, una confianza total y absoluta en que no se está solo, que estamos acompañados por la más sublime de las presencias.
Algunas personas que he conocido han alcanzado este despertar fácilmente luego de leer un libro o asistir a una conferencia o taller, otros a través de una experiencia donde estuvieron en peligro o sufrieron una enfermedad, otros a través de muchos años de capacitación y trabajo interno.
No hay un parámetro único, cada uno tiene un nivel de percepción y disposición diferente. En este proceso de tomar consciencia no existen enemigos, más que los propios pensamientos de división.
La verdad es tan simple, que para el ego resulta casi imposible de aceptar, entonces crea la complejidad, crea las pérdidas irremediables los sacrificios y la muerte.
Crea el papel de víctima que trae mucha angustia y a la vez beneficios secundarios.
El ego se aferra a la historia personal de dolor y sufrimiento, culpando a los demás. Cuando en realidad, toda situación de dolor, de enojo, no es más que un grito de auxilio y de amor.
Entrenar la mente a diario con pensamientos de amor y de perdón es la herramienta más efectiva de despertar.
Así que no importa si estamos en Asia, África, Europa, Latinoamérica o Estados Unidos todos podemos acceder a ese despertar si empezamos a dejarnos guiar por la sabiduría celestial, educamos nuestros egos y nos dedicamos a perdonar.