Cuando hablamos de amor
Por: Juliana Henao
Por lo general cuando hablamos de amor, se viene a nuestra mente la imagen de una pareja, enamorados completamente uno del otro, pero la palabra amor es mucho más de lo que imaginamos.
El amor supone un conocimiento de nosotros mismos, de observar-nos en cada instante y dejar de asimilar ideas y creencias de otros. Implica desaprender una historia de vida que nos limita y nos impide asumir de una forma consciente todo nuestro potencial.
Lo primero que debemos observar son nuestros pensamientos, hay algunos que han estado en nuestra cabeza por años sin un resultado agradable y beneficioso para nuestro crecimiento.
Son pensamientos repetitivos y crueles que no nos deja avanzar hacia lo que tanto anhelamos. Pensamientos que nos lleva a una aniquilación de nuestra integridad. Segundo, observar nuestros sentimientos.
Comprender que los otros son libres de actuar como quieran, pero somos nosotros quienes podemos decidir que sentimiento generamos hacia los otros.
Tercero observar las emociones, ellas no son buenas o malas, son solo parte de nuestra naturaleza humana y tienen funciones muy especificas de supervivencia y protección. Cuarto, observar las sensaciones, presentimientos o corazonadas.
Ellas tienen la característica de indicarnos que debemos de hacer. El observar-nos lleva a alzar nuestra mirada y ver lo que está sucediendo alrededor, ¿Cómo son nuestras relaciones? ¿Cómo son las características de esas relaciones? ¿Qué circunstancias estoy viviendo? ¿Qué hago automáticamente?
Observar cada situación de conflicto como una oportunidad de crecimiento y liberación. Este observar lo externo nos lleva a darnos cuenta de que en la mayoría de los casos no existe un verdugo allá fuera, somos nosotros mismos quienes no estamos tomando decisiones claras y asertivas.
Elegimos de manera inconsciente quedarnos en situaciones y relaciones en que no somos felices por miedo o indecisión, como es el caso de mujeres que nunca toman se separan de sus esposos por miedo a perder la estabilidad económica, a ser catalogadas como divorciadas, que en nuestra sociedad significa lo mismo que fracasada.
A hombres que nunca enfrentan su infidelidad por miedo a expresar que no son felices sexualmente con su pareja, o como miles de personas que día a día van aburridas a su trabajo porque no se arriesgan a empezar el negocio de sus sueños, a bajar su nivel de vida, a vivir con menos, a ser libres, porque un sueldo fijo les da estabilidad.
Se nos olvida que la rutina, la comodidad nos limita la creatividad. El observar-nos nos lleva a encontrar-nos sin mentiras, a mirar-nos tal cual somos, en nuestra completa vulnerabilidad. La pregunta entonces sería: ¿Estamos dispuestos a tener un encuentro con nuestro verdadero yo, o es preferible seguir la vida en automático, pretendiendo ser feliz? ¿Estamos dispuestos amar-nos?