El comienzo de un nuevo año
El principio de un año y el comienzo del otro puede tomarse como un momento perfecto para realizar una evaluación de nuestros logros y desaciertos y ver hasta qué punto nos sentimos a gusto con nosotros mismos de forma integral.
Muchas veces vamos por la vida viviendo de forma automática sin disfrutar todo lo que tenemos, sin ver las posibilidades que se nos ofrecen a diario y enfrascados en situaciones complejas y conflictivas que se repiten día a día, dejamos pasar un año, tras otro año, envejeciendo sin causa y quizás siendo la fuente de conflicto para otros.
Cuántas veces nos la pasamos quejando de lo mismo, culpando a los demás y pasando la amargura a cuanto ser viviente se nos atraviesa, porque al igual que la alegría que se contagia, la tristeza y el sin sentido se propagan como un virus mortal. Solo basta una persona complicada y aburrida para que un ambiente agradable se torne pesado.
Es verdad que no existen recetas mágicas, ni pócimas secretas, ni ungüentos tópicos que brinden la felicidad y nos lleve a la paz. Lo que si existe es la decisión genuina de querer disfrutar la vida y vivirla.
Existen algunos pasos que nos pueden ayudar a lograrlo, no tienen un orden específico y posiblemente haya que seguirlos simultáneamente, o enfocarnos por un tiempo en uno, no tienen ninguna ciencia oculta y lo mejor es que todos y cada uno de nosotros lo podemos lograr, no es reservado a ninguno grupo privilegiado y son:
Perdonar:
El perdón nos permite una liberación que va más allá de lo físico y lo sensorial, este tiene una connotación divina, que no solo nos ofrece vivir esta vida sin cargas, sino que nos permite andar la vida de forma ligera y nos lleva a una comprensión de la responsabilidad que tenemos en cada una de las relaciones que establecemos a lo largo de nuestra existencia.
Perdonarnos a nosotros mismos, a nuestros familiares, a nuestros amigos y conocidos, al gobierno, a las circunstancias. A veces cuando tenemos la disposición el perdón llega de inmediato, pero a veces puede tomar tiempo e incluso en esos momentos es posible perdonarnos por no perdonar.
Amar:
Este amar permanente es una invitación a aceptar la vida tal y como es. No es una sumisión absurda y absoluta a vivir bajo situaciones de violencia, maltrato o a ser una persona sumisa, por el contrario aceptar cada momento como es, es una revolución, porque implica que nos hacemos responsables de lo que nos toca, dejamos de culpar al otro por todo lo que sucede, y empezamos a ver que está posible a nuestro alcance para modificar las situaciones que nos causan dolor.
El amar se convierte en un estilo de vida, en un reconocimiento de una voluntad divina que nos guía y en un amor hacia nosotros mismos que nos lleva a cuidar de nosotros de una forma integral.