Florida, el regalo electoral que perdura
Por: Maribel Hastings
El diario The New York Times reportó el domingo sobre los planes de la maquinaria política del ex gobernador de Florida, el republicano Jeb Bush, para atajar dos situaciones que afectarían sus posibilidades, primero de ganar la temprana primaria republicana floridana del 15 de marzo de 2016 (si lanza su precandidatura); y luego, de lograr la nominación, ganar el estado ante el candidato o la candidata demócrata a la presidencia el 8 de noviembre de 2016.
El primer caso enfrentaría al mentor, Bush, y a su protegido, el senador republicano de Florida, Marco Rubio, si finalmente decide lanzarse al ruedo por la nominación presidencial republicana. El segundo caso, explica el diario, supone que Bush enfrente a un electorado floridano demográficamente cambiante donde nada está escrito en piedra.
A nivel financiero y de lealtades, Bush parece, de momento, llevar la delantera, aunque Rubio, con posturas más duras en inmigración y política exterior, también tiene su fanaticada.
En 2008 y 2012 el demócrata Barack Obama ganó la Florida. En 2008 fue la primera vez que un demócrata lograba la hazaña desde el triunfo de Bill Clinton en 1996. Obama le ganó en 2008 a John McCain y en 2012 a Mitt Romney para alzarse con el jugoso bastión de 29 votos electorales de la Florida, lo cual representa más del 10% de los 270 votos electorales requeridos para ganar la presidencia.
El voto latino es vital y definitorio en la Florida y es particularmente oscilante y a veces impredecible. El voto cubano y cubanoamericano del Sur de la Florida sigue experimentando cambios. De una parte están las generaciones post revolución cubana más conservadoras y republicanas, y las posteriores generaciones de cubanoamericanos y los de reciente ingreso, más moderados y jóvenes, muchos de los cuales se identifican con los demócratas.
De otra parte, están los puertorriqueños concentrados en la Florida Central, el llamado Corredor I-4, con mayor tendencia demócrata, aunque sin duda un voto más oscilante hacia cualquiera de los dos partidos, dependiendo del candidato, las circunstancias y los temas de interés.
Florida es también hogar de centro y sudamericanos, muchos de tendencia conservadora. Y hay mexicanos, muchos de ellos trabajadores migrantes indocumentados que laboran en una de las principales industrias del estado: la agrícola, pero que como en otras partes del país, tienen hijos DREAMers o ciudadanos.
De manera que atraer el voto latino en la Florida no es pan comido.
Si nos remitimos a la pelea primarista republicana en ese estado, hay varios asuntos en juego. El anuncio de Obama de normalizar las relaciones diplomáticas con Cuba recibió duras críticas de Rubio y de Bush, quienes lo catalogaron como un regalo inmerecido al régimen castrista. Pero ojo, aunque un sector cubano condenó el anuncio de Obama, otros sectores cubanoamericanos, incluyendo grupos estudiantiles, le han dado la bienvenida apostando a que la apertura supondrá transformaciones democráticas en la isla-nación.
Y no hay que olvidar que en el Congreso hay republicanos ávidos por levantar el embargo contra Cuba presionados por los intereses económicos de diversos sectores tradicionalmente republicanos, desesperados por negociar en la mayor de las Antillas.
El tema migratorio promete controversia. Aunque los cubanos gozan de una situación migratoria especial, los puertorriqueños son ciudadanos y otros grupos centroamericanos están protegidos por leyes especiales como NACARA, Florida es hogar de miles de DREAMers que se han beneficiado de la Acción Diferida de 2012 y más se beneficiarían del DACA ampliado de 2014 paralizado en tribunales. Tienen además padres, hermanos, amigos indocumentados por los que abogan.
Rubio le dio la espalda al proyecto de reforma migratoria amplia del cual fue coautor en 2013 y que el Senado aprobó ese mismo año, pero falleció en la Cámara Baja. Se opone igualmente a las acciones ejecutivas migratorias anunciadas por Obama en 2014 y es ambiguo sobre si las derogaría de ganar la nominación de su partido y eventualmente la presidencia.
Bush tampoco favorece las acciones ejecutivas, es ambiguo sobre qué haría con ellas de ser electo presidente, pero, hasta ahora, aboga por una vía a la legalización para los 11 millones de indocumentados que insiste no serán deportados.
¿Prevalecería en Florida el mentor o el protegido? ¿Quién se llevaría el voto latino en una primaria republicana en Florida? ¿El joven senador cubanoamericano o el ex gobernador casado con una mexicana naturalizada y hermano de un ex presidente considerablemente popular entre los latinos que abogó infructuosamente por la reforma migratoria?
De lo que no cabe duda es que, como en pasadas elecciones, la inmigración será tema definitorio para un sector de votantes del estado del Sol, que en cada ciclo electoral ofrece de todo menos monotonía. Florida es siempre el regalo electoral que perdura.