¡Histórico de todas formas!

El anuncio del secretario de estado y candidato al mismo tiempo a la gobernación Brian P. Kemp no pudo haber sido más claro: “…un nuevo récord de todos los tiempos para la votación anticipada en una elección intermedia antes de la elección general del 6 de noviembre de 2018”, decía el comunicado.

“Hasta el último día de la votación anticipada, el 2 de noviembre de 2018, los georgianos emitieron 2,071,830 boletas con 1,886,905 en persona y 184,925 por correo”, pero ahí no acababan las buenas noticias.

Los que llevan las estadísticas por grupos éticos y con todo el trabajo de campo que se había hecho, por primera vez los números de los latinos habían crecido de manera considerable y su presencia en las urnas, desde ya, era un resultado histórico independientemente de los resultados finales de las elecciones.

No obstante que el número de registros habla de unos 250 mil latinos registrados para votar, lo cierto es que, los más de 30 mil que se movilizaron a las urnas, lo hicieron atendiendo el llamado de campañas como las de MiJente, quien apoyó a la candidata demócrata, lo mismo que a campañas como la de Latinos por la Democracia, en la que participaron, La Federación Hispana, Latino Community Fund, GALEO, La Alianza de Gainesville, Los Vecinos de Buford Hgwy y la Coalición de Líderes Latinos de Dalton—CLILA.

“En Georgia, es fácil votar y es difícil hacer trampa…”, dijo un día antes de las elecciones el secretario de estado y candidato a la gobernación, resumiendo lo que todos ya sabíamos pero que él y su grupo de seguidores republicamos se habían empeñado en desconocer.

Si hacer trampa era tan difícil, ¿por qué sembrar la cizaña siempre usando a los inmigrantes indocumentados para hacerle creer a las bases de su partido que eso realmente puede ser posible?

El problema no es lo que se dijo, sino el mal que se logró hacer, y peor aún, el mal que se seguirá haciendo mientras los políticos de ambos partidos no entiendan que las minorías están aquí en el país de manera activa y degradarlas no es la mejor elección.

Esta, como en las siguientes elecciones que han seguido a la presidencial de 2016, cuando se rompió todo orden legal, de elegancia, de diplomacia, de cordura y de respeto, no estuvieron exentas de malos y peores momentos.

De ataques de odio, de descaradas mentiras, de xenofobia y hasta de ataques directos a quienes hacían su trabajo y de paso hacían uso constitucional del derecho de hacer campaña por sus candidatos, aún así, los que se sobrepusieron a todo eso vieron sus frutos.

Ojalá que el entusiasmo de estas elecciones no decaiga, y para el futuro podamos seguir participando de la manera en que ahora se hizo, pero en mayores proporciones, al final del día, todos ganamos, cuando todos participamos.

Editor

Rafael Navarro, es Comunicador Social- Periodista de origen colombiano, ha trabajado por más de 30 años en medios de comunicación en español, tanto en Colombia como en Estados Unidos, en la actualidad es editor del periódico El Nuevo Georgia.

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