La HB-796
¿Se oyeron cosas nuevas? La respuesta es: No, todo lo que se oyó en la primera audiencia en contra de la ley HB-87 y sus funestos efectos sobre la economía de Georgia, es algo que ya todo el mundo conoce, excepto el poderoso clan de los republicanos entronizados a nivel nacional bajo la bandera del racismo despiadado que no les permite ver más allá de sus propias calamidades.
Que los agricultores han perdido más de 75 millones, de que se tenga noticia, que los dueños de restaurantes y toda la industria del entretenimiento calcula que sus pérdidas serán millonarias con el tiempo, que las organizaciones defensoras de los derechos humanos y quienes trabajan con sobrevivientes de violencia doméstica están aterrados porque muchos crímenes se quedarían sin ser denunciados y castigados.
Eso, es apenas una muestra de lo negativo de esta ley, inspirada en mentes enfermizas y retorcidas que prefieren llevar al país al desastre que enfrentar con políticas acertadas un problema que no solo se le ha salido de madre, sino que con sus leyes estúpidas nunca van a poder controlar.
El fondo de todo esto es mucho más complejo, pero no alcanzaría sino un libro para contarlo y debatirlo, pero por encima podemos decir, que Estados Unidos está pagando de alguna manera los largos años de historia en los que ha espoliado las riquezas de los países en desarrollo, generando esos cinturones de miseria que no ven otro norte sino el norte, y hacia él se han dirigido de manera natural en busca de lo que les ha sido quitado.
Ahora el proyecto de ley HB-796 presentado por el representante estatal demócrata Pedro Marín, busca junto a la bancada de su partido revertir lo más nocivo de la HB-87, pero en un año electoral y de tanta polémica partidista, que tenga un feliz término, sería una cosa no de éxito sino de suerte, y eso está por verse, aunque nos gustaría que avanzara.