La lección de Selma: La lucha continúa
Lo acaba de decir el representante por el distrito 5 de Atlanta ante el congreso en Washington John Lewis en una reciente entrevista, referente a la película Selma, la cual narra la lucha de los negros por lograr el derecho al voto en los años 60. “Me volvieron a conmover las escenas y lloré”, anotó Lewis, uno de los pocos protagonistas vivientes de la época.
La película que narra de una manera magistral los acontecimientos que dieron origen a la marcha de más 50 millas entre Selma y Montgomery, en Alabama, es un retrato fiel de la lucha constante de las comunidades de color en hacer valer sus derechos en Estados Unidos, una nación que se ha jactado históricamente de ser la tierra de la libertad, pero donde se han cometido y se siguen cometiendo desmanes en contra de las minorías.
Annie Lee Cooper—estelarizada por Oprah Winfrey–, llena su solicitud para registrarse como nueva votante, pero para la época, los negros debían responder unas preguntas adicionales que no se hacían a los blancos, lo que ya venía generando descontento pues a pesar de que, todo parecía legal, las personas de color debían enfrentarse al racismo de los funcionarios, que por supuesto, todos eran de origen anglosajón.
El trasfondo histórico es el siguiente: El domingo 7 de marzo de 1965, la policía estatal de Alabama y policías locales atacaron una marcha pacífica integrada por 600 manifestantes a favor de los derechos civiles que iban de Selma a Montgomery. El día sería recordado como domingo sangriento. Los manifestantes habían recorrido unas pocas manzanas de su ruta prevista cuando fueron atacados con gases lacrimógenos y golpes por parte de la policía en el puente Edmund Pettus sobre el Río Alabama.
El domingo sangriento fue el primero de tres intentos de realizar una marcha desde Selma hasta Montgomery, que recién pudo concretarse luego de conseguir protección federal y de ser encabezada por el Dr. Martin Luther King Jr. Este hecho es considerado ampliamente como el factor que ayudó a aprobar la Ley de Derechos de los Votantes de 1965, que permitió que los afro-estadounidenses participaran de las elecciones.
Las comunidades organizadas, intentan por todas las formas civilizadas obtener el respeto que como individuos les debía garantizar la ley, pero eso estaba lejos de hacerse realidad. El primer intento de marcha terminó con una paliza brutal por parte de la policía de carreteras de Alabama y la muerte de algunos de los participantes.
Lo que nos muestra la cinta, que está siendo exhibida en algunos cines selectos de Atlanta y del país, no es más que la persistencia de una lucha, enmarcada en el movimiento de la No Violencia, pero al mismo tiempo, de una perseverancia sin límites que marcó una de las peores épocas de la nación americana, por su crueldad, falta de sentido y degeneración de la condición humana, algunos de cuyos factores hoy siguen latente en estados del sur como Georgia, y son hoy protagonizados por miembros del partido republicano de manera especial.
Si el representante Lewis dice haber llorado al sentirse de nuevo en aquellos momentos de lucha, luego de haber pasado más de 50 años, nada menor le sucede al espectador que debe enfrentarse de nuevo a una situación que pudiera resultarle ajena, pero que al transcurrir del tiempo cada quien puede apropiar como suya.
La lucha de las comunidades minoritaria, especialmente las de color, sigue siendo la lucha de todos. Si bien es cierto que los negros abrieron el camino exponiendo su propia vida, y que la comunidad latina ha sabido transitar por esos senderos despejados, no es menos cierto que nos cabe aun una gran responsabilidad frente al porvenir que no sigue siendo nada halagüeño para nuestras generaciones futuras.
El año 2015 habrá que luchar otra vez por que los republicanos no le quiten el derecho de conducir a los inmigrantes refugiados, a las mujeres víctimas de violencia doméstica, a los estudiantes amparados por DACA y de nuevo, a aquellos que no tienen el privilegio de tener la piel blanca como el ex gobernador Wallace de aquella época, o como el gobernador Nathan Deal de ahora.