La lucha para reautorizar la ley contra la violencia hacia la mujer—VAWA

 La lucha para reautorizar la ley contra la violencia hacia la mujer—VAWA

Por: Norma Espinosa. Americas Progress

Durante los últimos meses la lucha para reautorizar la ley contra la violencia hacia la mujer, conocida como VAWA, se encuentra estancada dentro del sofocante ambiente del Congreso.

Promulgada en 1994, la misión de VAWA ha sido mejorar el sistema de justicia criminal reforzando penas federales para delincuentes de violencia domestica, capacitación para las autoridades, y servicios para victimas. La ley VAWA siempre ha tenido apoyo bipartidista extenso y poca oposición.

Pero este año senadores guiados por Charles Grassley (R-IA) y Kay Bailey Hutchinson (R-TX) objetaron a una cantidad de protecciones que la ley provee, incluyendo lenguaje para prevenir discriminación hacia victimas homosexuales y de transgénero, propuestas para permitir que las autoridades locales de reservas indígenas procesen y condenen a autores de crímenes de violencia domestica en su jurisdicción, y provisiones para expandir la U-visa para victimas inmigrantes de crimen.

Aunque la ley fue aprobada por el Senado, la Cámara de Representantes tiene su propia versión que excluye protecciones para homosexuales y personas de transgénero, inmigrantes, y asuntos de reservas indígenas, ignorando grupos con un alto riesgo de ser víctimas de violencia domestica y crimen.

El apoyo público para reautorizar VAWA ha sido constante y casi dos décadas después de su aprobación inicial, las provisiones han comprobado constituir cambio real para las vidas de muchos estadounidenses.

La ley VAWA logró llamar atención a la violencia domestica e inicio una conversación nacional sobre un tema que previamente se le veía como un asunto privado y familiar que se debería resolver detrás de puertas cerradas y no en una corte publica. Antes de esta ley, existía una cultura de discriminación de género que impedía que el reclamo de una mujer que haya sufrido abuso de parte de su pareja fuera reconocida como un crimen, y menos que fuera investigada. Anteriormente la ley dejaba a la mayoría de mujeres sin ningún recurso cuando se trataba de violencia domestica.

A partir del año 2000, los efectos positivos de VAWA eran claros y la primera reautorización de VAWA fue aprobada con rapidez por la Cámara de Representantes y el Senado con un voto de 371-1 y 95-0. Lo mismo sucedió en el 2005.

VAWA fue la primera legislación que reconoció las dificultades únicas a las cuales grupos como mujeres indocumentadas enfrentan como víctimas de violencia doméstica y crimen. VAWA expuso el poder que el agresor mantiene sobre su cónyuge indocumentado, aprovechándose del estatus migratorio de la víctima, dejando la victima temiendo reportar el abuso y buscar ayuda. Este miedo junto con falta de información o información errónea, idioma, diferencias culturales, tienen un efecto multiplicador que el agresor fácilmente explota.

Peor aún, muchas mujeres indocumentadas evitan reportar el abuso a las autoridades porque temen la deportación. La ley VAWA les dio a mujeres victimas indocumentadas la certeza y seguridad que podían reportar el abuso sin ningún castigo.

VAWA no solamente llamó la atención a las dificultades de mujeres indocumentadas, también creó un camino hacia un estatus legal por medio de la U-visa. La U-visa se le concede a víctimas de un crimen que comprueban que sufrieron considerablemente y que cooperan con las autoridades. Al otorgar una U-visa, la vida de una mujer indocumentada que ha sido víctima de violencia domestica cambia inmediatamente. Principalmente disuelve el miedo de deportación y le da el derecho de trabajar legalmente, dándole el poder de independencia económica, comúnmente otra cadena que ata a la víctima al abusador.

Ambiente partidista amenaza la ley contra la violencia hacia la mujer de 2011-2012. Aunque se ha demostrado que la ley VAWA ha reducido la violencia, fomenta confianza con las autoridades, y aumenta la efectividad de las cortes, la ley propuesta se ha convertido en un rehén del ambiente híper-partidista del Congreso.

Rafael Navarro

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