Las mascarillas de la discordia
La salud pública y la seguridad de los georgianos jamás debería ser un problema de tintes políticos.
Miles de personas nos sentimos decepcionados con la decisión del Gobernador Brian Kemp quien el miércoles 15 de julio tras firmar una orden ejecutiva determinó anular la decisión de más de una docena de alcaldes, de varias ciudades de Georgia, que imponía el uso de mascarillas faciales para evitar la propagación del COVID-19.
Usar la mascarilla facial es una medida de prevención. Y aunque no es una orden federal, es respaldada por los Centros de Control de Enfermedades, CDC, agencia líder mundial en el área de la salud pública.
Esta medida es también es avalada por varias empresas como Walmart, la tienda minorista más grande del mundo, y otros establecimientos como Target y Kroger, que requieren a sus clientes el uso de tapabocas para ingresar a sus instalaciones.
Lamentablemente las decisiones en nuestro estado se están tomando de forma política, soslayando la emergencia sanitaria en que nos encontramos y el registro de más de 136,0,000 casos de contagio por coronavirus y, una cifra que supera las 3,000 muertes.
Y para avivar más la llama de la discordia se ha generado un fuego cruzado de palabras, entre Kemp y la alcaldesa de Atlanta, Keisha Lance Bottoms.
Así las cosas, en medio de la pandemia, ambos se han acusado mutuamente de jugar a la política en medio de una creciente lucha por el uso obligatorio de esta prenda.
Por su parte, Lance Bottoms, acusó al presidente Donald Trump de violar la orden de mascarillas de la Ciudad de Atlanta, cuando el mandatario, visitó la capital de Georgia sin usar dicho accesorio de protección.
Al día siguiente, Brian Kemp interpuso una demanda contra Bottoms en un legajo de más de 124 páginas por implementar el uso obligatorio de mascarillas.
La burgomaestre implementó el uso obligatorio de cubrebocas en la ciudad y ordenó que quienes no cumplan, se enfrentarían a multas y hasta seis meses de cárcel. En reacción a esta normativa; Kemp la demandó, al considerar que la orden viola las medidas tomadas por el estado.
Entre esta tensa situación de ambos políticos, la salud de los georgianos está más vulnerable y expuesta al contagio. Lo cierto es que cada día se acrecienta la demanda de los georgianos por realizarse un test de coronavirus.
Cientos de ellos -incluso- esperan semanas enteras por los resultados y mantenerse sanos y salvos. Cada persona, confundida con el “doble mensaje” de los líderes de Georgia”, libra una lucha individual, para proteger su salud, generar ingresos a base del trabajo y en medio de la pandemia, sobrevivir junto a su familia.
Necesitamos protegernos y el uso de las mascarillas, en nuestra modesta opinión, debería ser obligatorio sin generar discordia ni una lucha de espadachines republicanos o demócratas.
Al final del día usted decide: usar mascarilla o no, en definitiva es su elección. Yo le llamo responsabilidad social.
Por: Irene Díaz-Bazán, Editorialista invitada