Las orejas del burro
Solía ponerme en práctica en algunas escuelas de América Latina, colocarle unas largas orejas a los niños que no se aprendían las lecciones con la misma rapidez que el promedio de los alumnos en las escuelas primarias, y aunque ahora el método es reprobado por sobradas razones, lo cierto es que el ejercicio buscaba, a través del ridículo, enderezar quizá una falta de atención, una conducta desaplicada o quizá algo más profundo que en ese momento no era tenido en cuenta.
Por fortuna para los alumnos de este tiempo han surgido los sicopedagogos, los especialistas en estimulación temprana, los científicos que todo lo saben, y en Estados Unidos de eso si es que saben.
Aun así, resulta alarmante las cifras que acaban de presentar los responsables de la Alianza por una Educación de Excelencia, quienes han manifestado que el estado de Georgia perdió alrededor de 121 millones de dólares, en cursos de correctivos diseñados para estudiantes, que no dominan las habilidades básicas en la preparatoria, y quieren acceder a la educación superior.
Esto es un escándalo, y la misma organización dice que todo ese dinero se está echando a la basura, y que el estado de Georgia en vez de estar tratando de remendar ese problema, lo que debe es procurar por invertir en la calidad de la educación que se ofrece en las escuelas, por medio de políticas diseñadas y estructuradas para lograr esa meta.
Pero que contradicción! Sobre eso no se han pronunciado legisladores como Chip Rogers, ni Matt Ransey ni mucho menos Tom Rice, Rice, lo que sí ha promovido es que la educación se limite y sea además segregacionista, mezquina y retrógrada.
Dice la Alianza, que $ 75 millones se invierten en costos directos de cursos compensatoria, es decir, recursos que no debieran gastarse, si es que las escuelas secundarias ofrecieran una mejor calidad educativa y ese enfoque correspondiera a una verdadera política de estado y no a un compromiso social común y corriente como pareciera estar ocurriendo.
Otros $ 46 millones se van en “salarios perdidos de por vida”, porque los estudiantes matriculados en cursos de recuperación son más propensos a abandonar la universidad y eso reduce significativamente su potencial de ingresos en el futuro, afectando más que todo a las comunidades de color.
Es decir, que no cabe duda de que, tal como los políticos y gobernantes de Georgia vienen manejando el futuro de su gente, dentro de poco estaremos hablando de un Estado en vías de subdesarrollo, porque resulta para ellos más importantes perseguir a los indocumentados, llevarse horas y malversar los recursos en querer usurpar funciones federales y sobre todo en seguir embruteciendo a su gente, por medio de la promoción del odio entre razas.
Si es que pudiéramos volver a ponerle las orejas de burro a los desaplicados, sin duda empezando por el gobernador, el comisionado de educación y los legisladores, –en cuyos hombros está el deber de impulsar el desarrollo-, serían los primeros en lucir dicho atuendo, a ver si es que de esa manera dejan de estar perdiendo el tiempo en estúpidos debates y le prestan atención a lo que realmente vale la pena!