Por qué no les importamos un cuerno a los políticos
En un breve recorrido por los ocho distritos electorales donde igual número de latinos aspiran a ser elegidos, la mayoría de ellos para hacer historia, la constante que se encuentra es la casi nula participación de la comunidad latina que reside en esas comunidades y que goza del privilegio de poder ejercer su derecho al voto, pero no lo hace.
Las cifras que encontramos en lo que tiene que ver con los latinos, no serían nada despreciables a no ser porque –quienes por la razón que sea–, o porque son nacidos aquí o son naturalizados, literalmente se han privado de participar y eso en política, es como darse un tiro en la cabeza.
Solo por poner un ejemplo, en Georgia en enero de 2013, los votantes latinos eran 183.966, lo que representa el 3% del electorado general. Creció en más de 37.975 nuevos votantes desde 2008, lo que representa un crecimiento del 26%.
La tasa de participación de los votantes latinos bajó de 53,8% en 2008 al 47,1%, en 2012 una caída del 6,7%. En 2008 se produjeron 78.525 votos latinos, el número de votantes latinos en 2012 fue de 86.666, un incremento del 9,4%.
Según datos de la Secretaría de Estado, el 51% del electorado latino está bajo la edad de 40 años; 88% del electorado latino se ha registrado para votar desde el 2001.
Entre 2011-2013, se incorporaron 41.642 nuevos votantes latinos, es decir, 23% del total de los votantes latinos en todo el estado, cifras que son corroboradas por la Asociación de Funcionarios Latinos Electos y Designados de Georgia—GALEO, por sus siglas en inglés.
El electorado latino creció en más de 37.975 nuevos votantes desde 2008, a un estimado del 26%. A nivel estatal, el 47,1% de los votantes latinos registrados acudieron a las urnas en las elecciones generales de 2012.
Con todo lo anterior ¿Por qué seguimos tan rezagados en la participación y por qué nuestro grito se sigue ahogando en el vacío?
-Muy sencillo. Los políticos a los primeros datos a que echan manos es precisamente a las cifras de su distrito donde encuentran las estadísticas de los habitantes mayores de 18 años, los que están inscritos para votar, los que ya han votado, los que nunca han votado y los que—como los latinos—nunca votan.
¿Creen entonces ustedes que a un político le va a importar un rábano invertir o gastar recursos para llegar a una comunidad, ciega, sorda y muda que solo se queja pero que nunca participa?
Dense ustedes mismos la respuesta porque, esto es tan claro como el agua cristalina. Si nos seguimos negando a participar, tendremos la situación que los activistas de Gainesville han evidenciado ante sus autoridades locales, en el sentido de que, los peores vecindarios, los peores parques, las peores calles, las peores escuelas, la falta de andenes, el escaso alumbrado y todo lo que ello conlleva, prima en los vecindarios latinos.
¿Es esto justo?
-No, no es justo, pero es algo que nos hemos ido ganando, con nuestra negligencia, nuestra indiferencia y nuestra “cultura” de no valernos un cuerno lo que pase en nuestras ciudades porque eso no nos debe importar, a no ser que “nos perjudique” y eso no es correcto.
Desde Forest Park, donde en el distrito 4, unos 200 latinos pudiendo votar no lo hacen y solo lo hacen alrededor de 15, hasta el post 2 de Snelville donde solo un 2% de los inscritos votan, pasando por el distrito 99 de Gwinnett donde la situación toma visos de escándalo, pues se trata del territorio más diverso y de latinos aptos para votar en un número de más de mil 500 y solo 7 lo hicieron en las pasadas elecciones, el panorama no es nada alentador.
Las elecciones para cargos locales, concejos y alcaldías, son este próximo 3 de noviembre y en lo que hemos podido y entre nuestras limitaciones hemos hecho todo lo posible por mostrarles las caras de los latinos que aspiran a algún cargo, pero eso no es suficiente, cada quien en su distrito debiera saber quién es su representante o por lo menos quien aspira serlo.
“Su voto es su voz” es un lema trillado en los últimos años, al que nos cuesta trabajo poner en práctica, pero al que debemos apelar si queremos que nuestra realidad cambie.