Querer es poder
Sin mayores aspavientos han pasado ya casi dos años desde que el presidente Barack Obama en un momento de iluminación politiquera tuviera la gran idea de ofrecer una acción diferida para los jóvenes—DACA– que frenara sus deportaciones, argumentando que los mismos habían sido traídos al país por sus padres y no lo habían hecho por su propia voluntad, además porque una buena parte de ellos iban a las escuelas e incluso las universidades.
Se estimaba entonces que eran más de un millón de beneficiarios y al final la cifra no llegó a tales, pero sí hemos sido testigos del gran alivio que estos chicos han tenido en sus vidas y al mismo tiempo sus padres y sus familias en general.
Estamos a poco tiempo de que se inicie el primer proceso de reinscripción para el DACA y la verdad es que no nos gustaría escuchar las mismas historias del comienzo que fueron y siguen siendo en su mayoría, las peores excusas para esconder una decidía que por heredad tiene buena parte de nuestra gente.
Era increíble escuchar a miles de personas diciendo que sus hijos no habían aplicado a DACA porque no tenían dinero, pero la familia y los mismos beneficiados se mueven en carros cuyas mensualidades son más de 400 dólares, si no es que dejaban su dinero en cuanto antro pulula en cada esquina de la ciudad, pero para este beneficio, la plata nunca alcanzaba.
Por experiencia, los que tienen el Estatus de Protección Temporal—TPS-, saben que cada año el número de los que pierden ese beneficio es cada vez mayor y muchos de éstos luego de haber gozado de ese privilegio hoy están deportados en sus países y los más avezados ahora están de regreso de manera irregular.
La razón es simple. Los que no han cumplido con ese buen carácter moral que exigen las leyes de este país, simplemente cuando pasan por el colador se quedan, y en esta oportunidad con DACA no va a ser la excepción, por desgracia, muchos han acumulado hasta la fecha un buen número de DUI, sino es que se han metido en mayores problemas.
Conocimos el caso de jóvenes a los que no les dio la gana aplicar porque si lo hacían, después los “obligaban a estudiar”, tamaña excusa estúpida y traída de los cabellos no se le ocurre sino a los loser, en otras palabras, personas que no nos aportan nada aquí y que tampoco debieran estar aquí haciendo bulto.
El esfuerzo que el movimiento de los Dreamers a nivel nacional y local han hecho, ha dado sus frutos, ha sido un ejemplo de constancia y decisión, es una lástima que miles de jóvenes lo hayan despreciado y lo sigan haciendo, ya se oyen voces diciendo que no tendrán para la reinscripción, lo que equivale a decir que en dos años no han podido ahorrar mil dólares, mientras han tenido la oportunidad de trabajar y darse muchos, los lujos que han querido.
Entendemos que en muchos hogares no hay cabezas, porque en ellos los padres de familia son menos que pintados en la pared, pero ojalá que todo lo que aquí hemos dicho no sea sino producto de nuestras alucinaciones y ocurra todo lo contrario, es decir, que en esta oportunidad en vez de bajar el número de beneficiarios aumente.
Se necesitan más soñadores comprometidos con ellos mismos, menos pereza; menos no se puede; menos no tenemos; menos “es que somos pobres”; menos “es que yo no sabía”. Necesitamos jóvenes como muchos de los que a diario vemos y admiramos porque están cambiando el mundo, no para ellos, sino para su generación entera.