¿Y dónde está el consulado?
En las últimas semanas pareciera que ha vuelto a revivir aquella plaga de los años pasados en los que, cientos de personas eran víctimas de un contratista o subcontratista que se quedaba con el dinero de sus trabajadores, o por alguna razón, sino es que por muchas de ellas, el tema se ha mantenido en silencio, lo cierto es que, sigue habiendo entre nosotros esa peste de ladrones que se vale de la vulnerabilidad de los demás para hacer de las suyas.
Hace poco dos personas llegaron a esta sala de redacción para indagar a cerca de los procedimientos que debían seguir para recuperar cinco mil y 3 mil dólares respectivamente que sus anteriores “patrones” se negaban a pagarles.
Sobre este tema corrieron ríos de tinta en el pasado, porque hubo épocas en que no era a uno, sino a todos los de su cuadrilla o grupo o equipo a los que una persona inescrupulosa se negaba a entregarles el dinero ganado con el sudor de su frente, ahora, insistimos pareciera como si el problema hubiera mermado, pero al mismo tiempo no sabemos si es que sigue igual, pero más solapado.
Lo cierto es que, para las peores épocas entre finales de los noventa y principio del dos mil, la oficina de protección del consulado de México en Atlanta hizo un trabajo extraordinario que entendemos se ha mantenido de alguna manera, y ese trabajo no es más que ayudar a las autoridades a poner en cintura a todos estos sinvergüenzas que se roban el dinero de sus trabajadores.
Para la época mencionada se establecieron muchos acuerdos, alianzas, acercamientos, convenios, como quiera llamarse con las autoridades y organismos que vigilan porque esta situación se controle, y los resultados se vieron cuando cientos de afectados pudieron recibir el salario que se habían ganado o recuperaron el dinero de los contratos que habían ejecutado.
Hoy no sabemos en realidad cómo anda ese tema, pero entendemos que desde el gobierno de México se siguen promoviendo la semana de los derechos del trabajador y otras iniciativas que si la gente aprovechara mejor, otro gallo les cantaría, pero a nivel de otras misiones la querella sigue siendo igual.
A parte del consulado mexicano que por la proporción de la comunidad que atiende tiene más funcionarios asignados, en el resto, cada cónsul hace lo que puede y generalmente es dedicarse a hacer trámites y al resto de su gente que se la coma el tigre, amén de los perfiles de quienes fungen como tales, muchos de los cuales, son conocidos en sus casas y un poco entre los tres gatos que los acompañan.
Es una pena saber, por ejemplo, que a Miguel, un hombre hondureño que trabajó para un contratista por un par de semanas, no se le paguen los mil 500 dólares a que tiene derecho; que no encuentre apoyo en su consulado y que solo, a la merced del sistema que no conoce, admita frente a nosotros que ya su dinero estaba perdido.
Sería bueno que los cónsules –y entendemos que algunos lo hacen–, se apoyen en los recursos que por su trayectoria y experiencia ofrece el consulado mexicano y ellos mismos hagan las relaciones necesarias para cuando un connacional se acerque a sus ventanillas a pedir ayuda porque le viene siendo robado su salario, no se encuentre con una respuesta fría, como que “busque un abogado” o “vaya a la Corte”, eso ya debieron haberlo escuchado muchas veces.