La esposa rebelde
“Dentro de la constitución hay formas de salir de este desastre”.
Leopoldo López
Todas las mañanas, a las cinco y media, Lilian Tintori se levanta a rezar y a leer la biblia. Exactamente a la misma hora, su esposo, el preso político Leopoldo López, hace lo mismo en la cárcel de Ramo Verde en Venezuela. Eso acordaron antes que lo detuvieran hace más de un año. Así, todos los días y a la misma hora, Lilian y Leopoldo se conectan.
A Lilian le ha tocado hablar por Leopoldo porque a Leopoldo no lo dejan hablar. El gobernante, Nicolás Maduro, nunca le perdonó a Leopoldo haber liderado las protestas de febrero del 2014 que casi tumban al régimen. Le inventaron cuatro cargos –daños a propiedad, incendios, asociación para delinquir e instigación pública– y poco después Leopoldo se entregó a las autoridades.
Su juicio es una farsa. Varias organizaciones de derechos humanos –incluyendo a Amnistía Internacional y Human Rights Watch– consideran que su arresto es injustificado; es el vil y burdo intento de Maduro de reprimir al principal líder opositor.
Pero Maduro se equivocó dos veces. La primera, al crear un mártir. No son pocos los que comparan el arresto de Leopoldo con el de Nelson Mandela en Sudáfrica. Y todos sabemos cómo acaba la historia. La segunda equivocación de Maduro fue menospreciar a Lilian Tintori. Nunca sospechó que la esposa de Leopoldo sería tan combativa como él. Ese fue un grave error de cálculo.
Lilian ha mantenido viva la memoria, el sacrificio y la misión de Leopoldo. Pelea todas las peleas dentro de Venezuela. Y no hay foro internacional donde no aparezca. Así, Lilian Tintori, la esposa rebelde, se ha convertido en una de las principales amenazas a la dictadura madurista. Muchos más prefieren salir en la foto con ella que con Maduro.
Lilian no para de hablar de Leopoldo. Cuando la entrevisté hace poco en Miami, denunció torturas en la cárcel. “Entraron hombres armados y destrozaron su espacio, se robaron sus memorias –todo lo que él escribe se lo robaron–. Siete horas duró esta requisa y lo metieron en una celda de castigo que se llama El Tigrito”, me dijo. “Una noche, a la una de la mañana le lanzaron por la ventana de su celda excremento humano y orina. Le cortaron el agua y la luz para que no se pudiera bañar. Eso es un trato absolutamente inhumano, de tortura”.
Venezuela tiene uno de los niveles de inflación y criminalidad más altos del continente. La brutal caída en los precios del petróleo y el desabastecimiento la han convertido en una nación de muchas filas y aún mayor frustración. La pregunta, la gran pregunta en Venezuela, es ¿cómo salir de este desastre de una manera legal?
“Maduro no va a renunciar”, le digo a Lilian. “Ojalá renunciara si quisiera al venezolano”, me responde. “El sistema fracasó. Es un sistema antidemocrático que fracasó”.
Así, una de las pocas opciones legales es realizar un referéndum revocatorio. Hasta el mismo Maduro lo sabe. Deben “recoger sus firmas en el 2016 y medirse en un referéndum revocatorio,” le dijo a la oposición. El problema es que el organismo que cuenta los votos en Venezuela también está controlado por Maduro.
Mientras tanto, a Maduro le incomoda y mucho Leopoldo López y su esposa. Antes que Leopoldo se entregara, Maduro les ofreció irse del país. “Que por favor se fuera de Venezuela, que el avión estaba listo”, recordó Lilian. “Esto fue un mensaje que nos mandó Maduro directamente a mi casa. Le dijimos no”.
Maduro se equivoca si cree que Lilian se va a dar por vencida. “Yo me casé con Leopoldo”, me dice, “y me casé con su compromiso de una mejor Venezuela. No voy a parar. No voy a parar”.
Lilian no está sola. Otras esposas de presos políticos –como Mitzy, esposa del alcalde Antonio Ledezma– también están dando la batalla por la libertad y la democracia. Parece ser que en Venezuela, un país tan matriarcal, serán las mujeres –otra vez– las que encuentren una solución a esta crisis.
En eso piensa Lilian Tintori todos los días a las cinco y media de la mañana.