Cuando el fraude entra a casa
Si tuviéramos que sacar una moraleja del tema de los fraudes, incluso adelantándonos a la conclusión de este artículo, sería muy sencillo, la misma es que, nadie está a salvo, ni quien, previene, ni quien informa, ni quien se cree informado, las formas en las cuales los delincuentes se especializan para robar a los demás no conoce límites ni fronteras.
Así quedó evidenciad en el panel sobre “Fraude en la comunidad” organizado por New América Media y que se llevó a cabo en esta ciudad hace pocos días, al que concurrieron no solo autoridades sino medios de comunicación que se encargan de informar y educar a las minorías sobre diversos temas.
Uno de los testimonios que llamó la atención, fue el de la directora regional para el sureste del país de la Comisión Federal de Comercio Cindy Liebes, quien trabaja por casi 30 años en esa organización y su padre, un anciano de 92 años fue objeto de fraude telefónico, advirtiéndole que debía ayudar a uno de sus nietos que había sufrido un fatal accidente en México.
“No tengo un sobrino en México, nadie está detenido en mi familia, pero a mi padre que tiene ya problemas mentales, le quitaron 10 mil dólares…”, dijo la mujer, quien participaba del panel, no tanto por su testimonio, como para advertir acerca de las modalidades de estafa en Georgia.
Las cifras no son nada halagüeñas, el estado ocupa el segundo lugar, solamente superado por Florida, en cuanto a fraudes de todo tipo, siendo el de más incidencia el robo de identidad, el que hacen las “compañías” que se dicen ayudan a solucionar problemas de crédito y el robo por llamadas telefónicas, lo preocupante es que no hay un patrón establecido por los estafadores como para seguirles la pista a todos, porque cada uno tiene su forma de operar.
Jennifer Leach, asistente del director de la oficina de la Comisión Federal de Comercio con sede en Washington, diría más tarde que el fenómeno de Georgia podría deberse a la diversidad de inmigrantes que tiene ahora el estado y que, muchas veces los afectados por la barrera del idioma terminan por no reportar a las autoridades.
Sea cual sea el motivo, uno de los pasos que debemos seguir quienes ya estamos enterados del fenómeno es tomar todas las medidas de precaución a que se tenga lugar, esperando que las mismas funcionen, porque hasta en nuestras oficinas del periódico El Nuevo Georgia, hemos sido objeto de fraude con pagos efectuados con tarjetas de crédito que aparentemente han sido robadas.
En cierta oportunidad un cliente pagó una serie de anuncios sobre reclutamiento de personal para trabajar en construcción, con una tarjeta que aparentemente había sido robada en Canadá y desde donde el banco responsable exigió la devolución del dinero a la persona afectada, las conclusiones de la investigación, nunca llegamos a conocerlas.
Regularmente no falta quien nos consulte acerca de una lotería que se ganó en España, país al que nunca ha ido ni en sus sueños; o quienes respondan al famoso banco en África desde donde el pariente perdido dejó instrucciones para que le fueran entregados los 5 millones de dólares que tenía aborrecidos en una cuenta que ahora requiere sean entregados al beneficiario.
Pero sin duda la estafa más común es la del famoso trabajo de niñera con el que caen todos los días personas de nuestra comunidad a quienes “contratan” para cuidar a un niño de otra ciudad cuyos padres vendrán por cortos días a Atlanta, trabajo por el que ofrecen sueldos de presidentes de compañía, con el objeto de que nuestra gente reciba un cheque sin fondo, y les devuelva la diferencia a los futuros patrones.
Hace poco tiempo eran las compañías que ofrecían trabajar desde casa, o las típicas llamadas telefónicas advirtiendo sobre un familiar al que el coyote tenía secuestrado en la frontera las que hacían mella en la comunidad, por fortuna las dos modalidades ahora son menos frecuentes, pero se han intensificado los fraudes por correo electrónico; los que advierten sobre la factura vencida de Georgia Power y la inminente interrupción del servicio si no se deposita cierta cantidad y por supuesto, siguen de moda los fraudes con las famosas ofertas únicas de televisión.
Como personas, como comunidad, debemos estar atentos a todo aquello que parece demasiado bueno para ser cierto, y antes que nada, si descubre que está siendo objeto de chantaje o fraude o ya lo ha sido, no dudar dos veces para llamar a la policía en primera instancia, pues es probable que no sea usted solo el objetivo de los bandidos en su empeño por obtener su dinero.