Las lecciones aprendidas
Si de algo debemos estar seguros es que en este momento hay muchas lecciones aprendidas por parte de la comunidad latina, quien desde los últimos años ha venido luchando por conseguir un lugar merecido y trabajado a fuerza de sangre, sudor y lágrimas, aquí en este país que en otro tiempo se jactaba de tenerlo todo.
Primero que todo, se ha aprendido a perseverar, aunque quizá han sido unos pocos los que han persistido a pesar de las luchas, de los contratiempos y de los obstáculos, al final los frutos se vienen madurando y digamos que la cosecha está a la vuelta de la esquina.
De la perseverancia de esos pocos, pasamos a la organización, quizá también por parte de unos pocos, pero de esa manera envolvente en que, no hay lugar para que nadie se sienta excluido, en eso, hay reconocer nombres y organizaciones, que pueden contarse con los dedos de una mano, y sobran dedos.
Pero aun así, la organización de las bases, empezando por ese trabajo de hormiguita, llegando a las comunidades tanto urbanas como rurales y ahora a los estudiantes y los jóvenes, ha sido un paso fundamental en ese paso hacia la madurez de la que hemos vislumbrado su color en los últimos meses, y quizá en lo que va corrido de este año para ser más exactos.
La gente ha aprendido, –a pesar de las voces disonantes de los que no están de acuerdo con nada, pero que tampoco hacen nada—a manifestarse, a dar la lucha, a no quedarse callada, a llamar a las estaciones de radio, a involucrarse con las organizaciones, a no quedarse quieta, a exigir cuando cree que tiene derechos que son vulnerados.
Eso, no se compra, ni se paga con ningún oro del mundo, esa es una de las lecciones que han tenido que aprenderse a fuerza de golpes bajos y puñaladas traperas, pero eso hace más gustoso el sabor de las vitorias que se avecinan para la comunidad en general.
Por ello, no hay que dejar pasar estos momentos de efervescencia y calor como dijo alguna vez durante la gesta independentista de 5 naciones suramericanas el libertador Simón Bolívar, porque tampoco hay tiempo para perder, y cada minuto cuenta.
Hoy, sin temor a equivocaciones, contamos con una comunidad que sabe sobreponerse a la adversidad; que responde a llamados, que ha perdido paulatinamente el miedo que antes la agobiaba, que está dispuesta a llegar hasta donde las circunstancias le marquen y eso quiere decir en otras palabras, que se ha preparado para largas y tortuosas batallas, independientemente del escenario que le toque.
Por eso, en estos largos días de espera, en los que los minutos se eternizan en la incertidumbre, vale la pena reconocer que quienes se han partido el lomo tratando de enseñarnos a estar organizados y a responder cuando se llega el momento de hacerlo, pero también a actuar antes que para no lamentase después, esas personas, que son muy pocas, no han perdido el tiempo.
Las lecciones, están siendo aprendidas, eso quiere decir, que nos queda mucho rato para permanecer aquí, a pesar de quienes quieren oponerse a ello!