De inmigrante a residente
Por: Cristian Ramos
Fueron los años 80 los que le dieron la bienvenida a la comunidad latina a Gainesville. Muchos de estos latinos y latinas, que provenían de muchas partes de la Unión, estaban motivados por la oportunidad de trabajo en las plantas avícolas, o polleras como se conocen localmente, y también por la bienvenida que se insinuaba con los bonos que recibían los familiares o amigos que hacían las recomendaciones.
De recomendación en recomendación y de bono en bono, surgió la ola de inmigración de latinos a esta ciudad, marcando así, no solo su llegada, sino también su importante contribución a la economía estatal.
La realidad de esta llegada, es que nadie se imaginó lo que surgiría dos décadas después: La mano de obra latina se convertiría en una de las importantes fuerzas laborales de la región.
Esta mano de obra se multiplicó y se le descubrió que traía consigo el resto de las extremidades, formando un cuerpo comunitario que no solo trabajaba sino que también enviaba a sus hijos estadounidenses a la escuela, que tenía una cultura y lenguaje propio, y que eran emprendedores de pequeños negocios.
En fin, haciendo alusión al ex cónsul mexicano en Atlanta y fundador de la Alianza Latina Pro Derechos Humanos de Georgia, “Con la mano de obra también viene el cuerpo, y pues, querer la mano es querer todo lo referido a ella”.
Como resultado de invitaciones insinuadas y la respuesta de los inmigrantes latinos a tales invitaciones, la comunidad latina de Gainesville se convirtió en una comunidad numerosa. Tan numerosa que casi alcanza a ser la mitad de la población.
Para ser exacto, según el buró del censo de Estados Unidos, la comunidad latina representa el 42 por ciento de la población de Gainesville. Además, según investigaciones conducidas por la Asociación de Funcionarios Latinos Electos de Georgia—GALEO– por sus siglas en inglés, los latinos son mayoría en por lo menos dos de los cinco distritos de la ciudad.
Lo cierto es que estos números indican que los latinos llegaron y se quedaron. Es decir, ya no son inmigrantes sino residentes y ciudadanos establecidos. Es esta realidad la que nos conduce a dos preguntas claves a la hora de analizar la realidad como latinos en la ciudad:
¿Qué necesitamos para seguir estableciéndonos e integrarnos a la comunidad en general? y ¿Quién de los latinos será el que lidere tal establecimiento e integración?
Al parecer las respuestas son complejas y estratosféricas, pero lo cierto es que todos entendemos que aunque parte del cambio y restructuración corresponde a los funcionarios electos que incluye el alguacil, concejales de la ciudad y el alcalde, entre otros, gran parte del cambio descansa en esa misma mano de obra latina.
El cambio comienza por mí, o como diría el ejemplar activista y revolucionario de India, Mahatma Gandhi, “se el cambio que deseas ver en el mundo.” En fin, creo que lo primero para tener voz es involucrase en los actos cívicos como el votar, no solo en las elecciones presidenciales sino estatales y municipales.
Así es como daremos el primer paso rumbo a mejorar nuestra comunidad y exigir el respeto que merecemos. En cuanto a quién tomará la batuta de líder dentro de nuestra comunidad, resta por decir que escasean los que quieran tomar la iniciativa y convertirse en el puente entre nuestra comunidad hispanohablante y la comunidad angloparlante.
Con la candidatura para concejal de Gainesville por el distrito tres de Lemuel Betancourt, quien ha trabajado por más de diez años en la comunidad, se inicia tal liderazgo y la oportunidad de no solo representación en las decisiones políticas que afectan a todos, sino un precedente histórico ya que de ganar Betancourt sería el primer latino electo en Gainesville.
En fin, el tiempo y las elecciones municipales del 3 de noviembre de este año nos dará el diagnóstico de si seguimos siendo inmigrantes o si hemos adoptado una postura más establecida, como residentes de lo que ahora se ha convertido en nuestro hogar, Gainesville.