Tu Palabra
En el anuncio del deceso de un amigo, leí con alegría la siguiente afirmación: «Pongo mi esperanza en el Señor, confío en su Palabra». Esta esperanza es una certidumbre que tiene su fundamento en la Palabra del Señor. Quizás hemos oído o incluso cantado estas palabras de fe en un oficio religioso. Pero para conocer y recibir con plena certidumbre la Palabra del Señor, ¡leamos directamente la Biblia!
El apóstol Pedro había pescado toda la noche en vano. Desanimado, lavaba sus redes. Jesús se acercó a él y le dijo: Boga mar adentro, y echad vuestras redes para pescar. Pedro hubiera podido decir: «¿Para qué?». Pero no, él dijo: En tu palabra echaré la red (Lucas 5:5). Y la pesca fue tan abundante que la red se rompía. En esto vemos brillar la fe de Pedro. Que las condiciones de pesca fueran favorables o no, lo que contaba para él era la palabra de Jesús, la palabra del Señor. Es una palabra divina, y por lo tanto infalible.
Cuando los israelitas atravesaban el desierto, algunos fueron mordidos por serpientes venenosas. Entonces Dios dio un remedio a Moisés, es decir, una serpiente de bronce fijada a una vara. Cualquiera que fuere mordido y mirare a ella, vivirá (Números 21:8). La serpiente de bronce no tenía ningún poder mágico; lo que contaba era obedecer la palabra de Dios.