GOP: ya suenan las alarmas
Al arrancar diciembre, el proceso de primarias de 2016 está, como quien dice, a la vuelta de la esquina, y ya falta menos de un año para la elección presidencial.
El reloj corre y el nutrido bando de aspirantes a la nominación republicana continúa amorfo, extraño y cada vez más preocupante para el “establishment” o élite del partido, donde ciertos sectores parecen estar entrando en pánico ante la idea de que el circo Trump-Carson sabotee las posibilidades de nominar a un candidato viable que compita efectivamente contra los demócratas por la Casa Blanca.
Y la posibilidad de que, por tercer ciclo consecutivo, los republicanos no pisen la Oficina Oval.
Es cierto que los procesos electorales pueden ser impredecibles y que falta un mundo en términos políticos, pero lo único que sigue dominando la cobertura mediática son las peligrosas payasadas de Donald Trump, los extraños exabruptos de Ben Carson, mientras la mayor parte del resto de los precandidatos trata de seguir el mismo libreto de excesos para ver si captan la atención de los medios y de los votantes de las primarias.
Los sondeos comienzan a variar, particularmente en Iowa y New Hampshire, donde arrancan las primeras asambleas y primarias republicanas, respectivamente, y Trump y Carson siguen apelando a esa tercera parte de electores republicanos que no importa las barbaridades que diga Trump, las aplauden y las catalogan de “refrescantes”.
Ya ha llegado el punto en que desoigo lo que dice Trump y me cuestiono qué dice el apoyo del que goza sobre la cuestionable base del Partido Republicano y la doble cara que predica la moral en calzoncillos defendiendo valores familiares y religiosos, siempre y cuando se trate de personas de su misma raza.
¿Qué está pensando el resto del Partido Republicano? ¿Le preocupa que personajes como Trump, Carson o Ted Cruz sigan despuntando? ¿Han comprado la teoría de que la base extremista energizada es suficiente para competir efectivamente ante la nominada o el nominado demócrata en 2016?
¿Qué planifica el liderazgo del partido, la élite del partido? ¿Cuál es la estrategia para impulsar a un candidato “viable” y quién es ese candidato que, si sobrevive la primaria, pueda apelar a otros sectores de votantes, incluyendo los latinos, en una elección general a pesar del severo daño que ya tiene la “marca” republicana entre los electores hispanos y otros grupos?
Marco Rubio, el senador republicano de la Florida, es visto con desconfianza por el sector extremista por haber apoyado una reforma migratoria integral que ahora desecha en esos mismos términos.
Rubio, empero, tiene a cierto sector de la élite de su lado y trata de venderse como la alternativa joven, de nueva generación que puede competir digamos con Hillary Clinton. El problema con Rubio es que es un joven con viejas ideas en muchos temas de política pública, por ejemplo, en materia militar y en su apoyo a un anacrónico embargo contra Cuba.
¿Y qué le pasó a Jeb Bush? Hay sectores que creen que a pesar de su pobre desempeño en los sondeos, él tiene más posibilidades que Rubio de apelar a diversos sectores electorales, incluyendo a los latinos, y tiene más experiencia como ex gobernador de un estado diverso como la Florida.
Pero en esta era de redes sociales y de inmediatez, Bush parece fuera de lugar y hay otro sector que cree que su apellido puede ser beneficioso para atraer a ciertos sectores electorales, pero puede tener el efecto contrario entre otros.
El nuevo año se acerca veloz y los republicanos deberían ponderar cuidadosamente quién los representará en la general y las posibilidades reales de que ese candidato pueda apelar más allá de la base extremista. Con lo acaecido hasta ahora en la interna republicana, las alarmas comienzan a sonar.
Maribel Hastings es asesora ejecutiva de America’s Voice