El pescado no puede caminar
¿Cómo se le enseña a caminar a un pescado? Es, desde luego, algo imposible; no está en su naturaleza.
Bueno, así de difícil es también que el gobierno de Nicolás Maduro acepte un referendo revocatorio. No está en su naturaleza. Está acostumbrado a imponerse desde arriba. La democracia le es ajena.
“El reto que tenemos en Venezuela es derrotar democráticamente a un gobierno que no es democrático”, me dijo en una entrevista el gobernador Henrique Capriles, uno de los principales líderes de la oposición en Venezuela. “Maduro hará todo lo que pueda para evitar el revocatorio. Y los venezolanos haremos todo lo que esté a nuestro alcance para imponerlo. Creo más en la voz del pueblo que en la voz de Maduro.”
El problema es que el gobierno de Maduro, como el de Hugo Chávez antes de su muerte, lo controla casi todo en Venezuela, desde el ejército hasta el organismo que cuenta los votos. Por eso es difícil creer que el gobierno va a cooperar en un proceso en el que puede perder el poder. Esto explica el estado de excepción decretado hace poco en el país por Maduro. Tácticas dilatorias. Pero la oposición no se deja.
La ley venezolana exigía 195 mil firmas para echar a andar el proceso del referendo revocatorio que podría sacar, democráticamente, a Maduro de la presidencia a la mitad de su mandato. Y la respuesta de la gente fue abrumadora. Se consiguieron más de dos millones y medio de firmas, sólo en las capitales de los estados. Pero el Consejo Nacional Electoral ni siquiera se ha dignado a contar esas firmas. Le está dando largas al proceso a pesar de las recientes manifestaciones masivas.
El gobierno de Maduro está obstaculizando un proceso establecido en la constitución y al que, incluso, se sometió Chávez (con éxito) en el 2004. Pero Maduro no es Chávez y los chavistas ya son minoría en el país (según quedó demostrado en la última elección que dio a la oposición el control de la Asamblea).
¿Cuál es el plan de Maduro y los chavistas para aferrarse al poder? Ignorar la ley que ellos mismos escribieron, decir que hay una conspiración internacional para derrocarlos y hacer exigencias absurdas.
“Nosotros no vamos a dejarles pasar una”, dijo hace poco en una conferencia de prensa, Diosdado Cabello, líder del ala más intransigente del chavismo. “Nosotros vamos a revisar firma por firma; cada quien tiene que ir a ratificar que esa es su firma.”
¿Se imaginan la locura que está proponiendo Diosdado? Quiere que cada venezolano que firmó para realizar el referendo revocatorio vaya a alguna oficina del gobierno a, primero, localizar su firma y, luego, a probar que es de él o de ella. Es algo físicamente irrealizable. Además, siempre está el peligro latente de despido o represalia a los trabajadores del estado que firmen por el referendo.
Henrique Capriles, sin embargo, cree que sí hay una salida electoral a la actual crisis en Venezuela. “Yo sí he dicho que la solución en Venezuela tenemos que construirla pacíficamente”, me dijo. “Para que el cambio sea duradero no puede ser producto de la violencia.”
Pero la pregunta es si un régimen antidemocrático puede convertirse en democrático para, después, suicidarse políticamente. Es poco probable. Los dictadores no se van nunca por las buenas. Ya lo dijo el Secretario General de la Organización de Estados Americanos, Luis Almagro: si Maduro impide la realización del referendo será “un dictadorzuelo más, como los tantos que ha tenido el continente.”
Mientras tanto, Venezuela parece estar al borde del precipicio. Las filas para los alimentos son cada vez más largas, la escasez de medicinas está llevando a la muerte a muchos pacientes en los hospitales, la inflación y la criminalidad son de las más altas del mundo, el precio del petróleo cae en picada, la libertad de expresión ha prácticamente desaparecido y el gobierno parece congelado en ideologías inoperables.
“Las condiciones en Venezuela son peores que cuando hubo un estallido social en 1989, en el caracazo”, concluyó Capriles. “En Venezuela están dadas todas condiciones para que aquí haya una explosión social. Por eso hemos solicitado un revocatorio, para tener una solución política y no una explosión social.”
El problema de Venezuela es que el pescado no puede caminar.