El mundo ya no es en blanco y negro
Un punto de referencia muchas veces, para advertir que las cosas han cambiado en todos los ámbitos de la que llamamos vida moderna, es hacer referencia a la aparición de los colores, como en el caso de los impresos o los medios audiovisuales, generalmente en épocas pasadas, todo se visualizaba en blanco y negro, porque llegar a capturar la gama de colores era más complejo. Eso por fortuna ha cambiado.
Lo que no parece haber cambiado por desgracia, sigue siendo esa estúpida manía de la gente de seguir dividiéndonos y separándonos por el color de la piel, el origen, la nacionalidad y hasta por los ingresos, en el reciente foro que la cadena CNN tuvo con el presidente de la Cámara de Representantes de Estados Unidos y hombre todopoderosos de los republicanos Paul Ryan, este decía que en las idas a su estado iba a “visitar vecindarios pobres”, como si se tratara de ir a un safari, o a otros lugares exóticos.
La forma como la sociedad ha determinado dividir a las personas nos pesa todos los días, y esa lucha intestina de los seres humanos que siempre ha existido por poder y territorio, ha terminado resumida a una pelea diaria por la supervivencia que ya ni siquiera obedece a un desequilibrio de las llamadas “clases sociales”, sino a un asunto que todos repiten causando un daño terrible en la vida diaria.
Los últimos dos casos de brutalidad policial dejan en evidencia un endeble sistema de aplicación de las leyes en este país, que aunque muchos se nieguen a aceptarlo debe ser revisado y corregido, si es que se quiere dar un paso hacia adelante en la famosa igualdad que pregona nuestra constitución, pero que queda en entredicho cuando ocurren episodios como los mencionados.
El asesinato del joven negro Alton Sterling a manos de Un oficial de policía de Baton Roudeg, es la viva muestra de que el color de la piel puede en un momento poner en peligro nuestra integridad. En la grabación liberada a los medios de comunicación sobre lo que ocurrió el día del incidente, se escucha al oficial diciendo que va a parar al individuo porque se le parece a un sospechoso de robo.
Seguidamente da como característica que tiene la nariz chata, como el sospechoso que buscan y el final ya todos lo conocen. Un hombre muerto y una comunidad indignada con justa razón reclamando por una muerte que pudo haberse evitado.
En el caso del asesinato de Philando Castile en Minnesota, los hechos son casi idénticos, porque finalmente hay una conducta establecida por parte de las fuerzas del orden que no les permiten a sus oficiales, hablar sino gritar, empujar y no tratar de persuadir, disparar y luego preguntar, y eso tiene que cambiar.
El sofisma que muchos utilizan para justificar la muerte de civiles, especialmente negros y latinos, de manos de los policías, es que los oficiales tienen uno de los oficios más peligrosos y eso no es cierto. El Buró de Estadísticas Laborales y su análisis sobre la incidencia de lesiones fatales en el trabajo, dicen otra cosa.
Debido al número de muertes que hay en sus estadísticas, y con los datos disponibles hasta el 2014, los empleos más peligrosos de los Estados Unidos son: Taladores de madera; Pescadores y empleos alusivos a la pesca; Techadores; Recolectores de materiales reciclables y desperdicios; Granjeros, rancheros y actividades ligadas a la agricultura; Trabajadores del acero y las estructuras de hierro; Conductores de camiones y empleados ligados al manejo de vehículos; Instaladores y reparadores de líneas eléctricas; Conductores de taxis y choferes.
Ni siquiera los bomberos aparecen en este ranking, tampoco los pilotos y menos los policías. Que sean oficios estresantes es otra cosa, pero tampoco hemos sabido de pilotos que por el estrés hayan estrellado sus aviones o bomberos que por la misma causa saquen sus mangueras en cualquier lugar donde alguien enciende un cigarro.
La página “Officer Down Memorial”, recoge datos desde 2012 y según la misma el mayor número de muerte de uniformados ha sido por accidentes relacionados con su trabajo sí, pero no asesinados a bala de manos de quienes persiguen, ahora, en un país donde casi a diario se registran tiroteos por la forma indiscriminada como se pueden conseguir armas en cualquier tienda, la situación tiende a ir de mal en peor.
Quienes se aferran a la segunda enmienda no tienen en cuenta algo fundamental, y es que las circunstancias y las sociedades cambian, y eso de “tener milicias organizadas”, en un país donde nos hartamos de hablar de libertad, resultaría contradictorio que tuviéramos milicias armadas por todos lados, al mejor estilo del chavismo en Venezuela, donde las mismas sirven para masacrar a su propio pueblo.
Pero volvemos al mismo punto de inicio. Las disparidades entre lo que llaman las distintas razas, nos ha estado conduciendo a ser una sociedad que solapadamente discrimina, segrega, maltrata y ahora asesina a quienes por “la apariencia de delincuentes”, no comenten otro pecado y otro delito que tener el color de la piel más oscura que los demás, y eso debe parar cuanto antes!