Nos convirtieron en burros
Tan torpe ha sido el partido republicano con la comunidad latina y el potencial que ella representa que no entiende uno sino a la luz de los absurdos, que esta colectividad hubiera tomado el camino del agravio, del golpe bajo, del insulto, del menosprecio y la puñalada trapera contra esos 25.2 millones que representamos en este momento, y que se ha terminado por dividir entre los que irán a votar demócrata a la fuerza, los que se abstendrán hartos de todo lo que han sufrido y los que quizá voten por terceros partidos que hasta ahora, y gracias al sistema político del país, no están enviando ningún mensaje a su favor.
Hace unos años atrás, el partido republicano nombró en propiedad en sus oficinas en Atlanta a Sora MacFarlane, una venezolana que se conocía de arriba abajo la dinámica de la comunidad latina y por ello le encargaron que alcanzara el voto apenas floreciente y los afectos de las familias hispanas, apelando a lo que ya todos sabemos que no está de más recordar, entre ello:
Que compartimos los mismos valores de la familia tradicional –papá, mamá, hijos, aunque sea disfuncional muchas veces-; que tenemos una vocación de fe basados en el judío-cristianismo; que a pesar de que en nuestros países las tasas de muertes por abortos provocados clandestinamente es altísima, estamos en contra de interrumpir la vida de esa manera; que como a los republicanos nos gusta menos que “nos controlen”, aunque sin control no vamos a ningún lado y en fin, que nos parecemos e identificamos más con el partido del elefante que con el del burro.
El trabajo de la señora McFarlane duró menos de lo que debió haber demorado, porque inmediatamente a nivel nacional dentro de las toldas republicanas, a alguien se le ocurrió que a los inmigrantes se les debía castigar, degradar, pisotear y hacerles la vida tan miserable que terminaran por irse de regreso a sus países sin hacer más que ese esfuerzo, pero el tiro les salió por la culata.
A nivel local se desmanteló la Comisión Latina del Gobernador, que ya había cumplido su primer período con el entonces mandatario Sonny Pedue y finalmente, unos avergonzados, otros aburridos y otros forzados terminaron saliendo de aquel séquito de “asesores” en asuntos de interés para las familias hispanas que tenían el privilegio de hablarle al oído a la primera autoridad del estado, y ese lugar se lo encomendaron entonces los republicanos a una sola persona, al traficante de odio Donald King, un ex convicto por cuyo intermedio se propagaron leyes como la SB 529 y la HB 87, solo por nombrar las más peligrosas.
A nivel nacional, el secuestro del partido de Reagan por parte del llamado Tea Party, condujo cada vez más lejos de la comunidad y sus intereses a los candidatos y gobernantes republicanos y salvo algunas voces sensatas en esa colectividad, quisieron salvarlo de garrafal estupidez pero hasta ahora no han podido.
Es una farsa que los demócratas sean los que más nos entienden y nos quieren, y eso no hay que argumentarlo apelando a ningún algoritmo o ecuación compleja de cálculos y sofisticados teoremas de la ciencia política, las evidencias saltan a la vista y cada día, eso nos coloca más al borde de un callejón sin salida cuando descubrimos que unos tratan de aparentar que “nos quieren” y otros no escatiman esfuerzo para hacernos entender que nos detestan.
Pero no pasa solo en Georgia donde la inversión del partido demócrata en alcanzar el voto latino es nula y se circunscribe solo a voluntarios que deben incluso poner dinero de su bolsillo para llevar a cabo labores que para otras comunidades como la anglosajona o afroamericana gozan de nutridos presupuestos de inversión acordes con la función en la que deben emplearse y los resultados que persiguen.
El flojo argumento del partido del burro, es que los latinos no salen a votar y por eso no le invierten dinero para incrementar su participación, pero al mismo tiempo dan por descontado que terminaremos votando por sus candidatos en vista de que, en las toldas del elefante, peor nos iría de gratis.
Recientemente el vicepresidente de la señora Clinton de paso por Atlanta, le dio la vuelta a un cuestionamiento nuestro sobre la inversión de la campaña en el voto latino de Georgia, el senador Kaine se fue por la tangente y dijo que había oficiales trabajando en ello incluso con algunos periódicos, lo cual es completa y llanamente falso. Nunca lo han hecho y esta vez tampoco tienen las intensiones de hacerlo.
Pero el malestar no es solo aquí, a nivel nacional en uno de los tantos artículos sobre el tema, la publicación política The Hill, dio a conocer que los congresistas demócratas hispanos están cuestionando el enfoque por parte de su campaña frente a las comunidades latinas, en relación a los republicanos dirigidos por Donald Trump, cuya campaña supera las expectativas a pesar de su contenido anti inmigrante.
“Los pobres resultados revelan una ruptura entre el Comité Hispano del Congreso (CHC) y la dirección del Partido Demócrata sobre cómo acercarse a los votantes latinos”, dice el artículo de The Hill.
Aunque Trump ha alienado a muchos votantes latinos con su fuerte retórica sobre inmigración y comentarios acerca de los hispanos, su actuación en las encuestas ha sido más o menos a la par con el año 2012 con el candidato republicano Mitt Romney. Un sondeo reciente de Bloomberg encontró que Hillary Clinton supera a Trump por 38 puntos entre los hispanos. Obama venció a Romney por 44, afirma.
El representante Tony Cárdenas (D-Calif.) Presidente del brazo de recaudación de fondos de la CHC, dijo en ese artículo, que muchos de los consultores contratados por la dirección del partido no comprenden plenamente los matices culturales de las comunidades que están tratando de acercarse.
“Estoy decepcionado con el Partido Demócrata, con el Comité Demócrata del Congreso de la campaña (DCCC), el Comité Nacional Demócrata (DNC) y me gustaría ver la campaña de Hillary Clinton contratar más asesores que sean de la comunidades”, dijo Cárdenas.
A nivel local donde es aun insípida la participación latina en los organismos legislativos, la desatención del partido es un secreto a voces, e incluso un tabú que puede castigarse con los desafectos del partido si alguien llega a poner en entredicho el desempeño del mismo frente a lo poco que está haciendo e invirtiendo en el voto latino, apoyando incluso, como ha pasado en otros estados, candidatos que se oponen a los latinos dentro de la misma colectividad.
Un reciente sondeo nada científico ni riguroso nos arrojó que en Atlanta podemos encontrar a más personas dispuestas a hablar en nombre de la campaña de Donald Trump que de la candidata Clinton y lo hacen con una seguridad que cualquier demócrata envidiaría, no obstante que son consientes que hasta el momento y de acuerdo a Latino Decisions solo un 19% de los hispanoparlantes lo premiarían con su voto.
Desperdicia el partido republicano a una comunidad que podría serle de gran ayuda en contiendas presidenciales cruciales como ésta, al haber elegido el camino del desprecio y la promoción del odio hacia nuestra gente, y eso tardará en sanarse, y desperdician también los demócratas un voto que ellos consideran fiel y por eso lo menosprecian, sabiendo que muchos correrán hacia ellos, no porque no seamos afines con el partido del elefante, sino porque aquellos nos han convertido en burros.