Lo que la ley se llevó

 Lo que la ley se llevó

Por: Maria Isabel Perez

Recorrer las principales vías de metro Atlanta es darse cuenta que algo ha pasado en los últimos tiempos en la región, la cual era un prometedor destino económico y de desarrollo del sur de los Estados Unidos. Ahora, no lo sabemos. Basta con recorrer calles como Buford Hwy, Jimmy Carter, Peachtree Industrial, entre muchas otras, donde el tráfico mostraba la agitada actividad diaria movida principalmente por la comunidad latina e inmigrante en ciudades como Norcross, Chamblee, Duluth, y otras aledañas como Lawrenceville, Gainesville, y Marietta.

Pero esos tiempos pasaron, la realidad es otra. La afluente llegada de inmigrantes atraídos por el florecimiento de Atlanta como polo de desarrollo en los años 80, tras los Juego Olímpicos es cuestión de historia y análisis socioeconómico.

Ahora el panorama se mira diferente. Atlanta era conocida como la sede de importantes empresas que la han hecho ser reconocida nacional e internacionalmente. Atlanta tiene en su territorio la empresa Coca Cola, la bebida más consumida en el mundo entero.

Igualmente como las grandes ciudades con los Bravos, tiene su propio equipo de béisbol, tiene el acuario más grande del mundo, aquí se filmaron películas importantes, incluso Scarlet Ohara, la protagonista de los Que El viento Se llevó tiene aquí su casa museo.

En Atlanta, Martin Luther King desarrolló su movimiento por las libertades civiles y aquí tiene su sepultura. Como si fuera poco, aquí nació la cadena CNN, líder mundial de noticias.

Pero ahora, Atlanta también tiene su propia ley antiinmigrante. Consecuente con las últimas medidas aprobadas en diferentes estados, como la de Arizona, ahora la policía tendría atribuciones de agentes de inmigración para verificar el estado migratorio ante una mera sospecha sobre la legalidad de alguien en territorio estatal.

Y como las cosas se han puesto color de hormiga, y los indocumentados son tantos, muchos optan por esconderse, regresarse a sus países de origen o moverse hacia otros estados donde aun pueden permanecer más o menos seguros. Así las cosas, la cara de Atlanta luce diferente. Zonas como las mencionadas anteriormente están ahora desiertas, calladas, como si se les hubiera quitado vida.

Y es que la comunidad inmigrante, especialmente la latina, hizo historia económica en la región. Cientos de negocios prósperos al lado y lado de importantes arterias de la zona metropolitana, que incluso llegaron a generar ambiciosos proyectos de desarrollo, hoy son solo cosa del pasado.

Pero lo que más me llama la atención es el impacto en la misma comunidad inmigrante, cómo se han adaptado a este nuevo comienzo, en una ciudad que de la noche a la mañana se volvió hostil hacia ella. Imagino que los inmigrantes sin documentos legales, se deben sentir como cuando los judíos en la Europa de Hittler eran perseguidos por las fuerzas nazis. Quizás es una comparación exagerada, pero el sentimiento, asumo debe ser similar.

Puedo suponer que caminar por las calles, salir a comprar comida, incluso buscar un lugar donde dormir, debe ser ahora un motivo más de miedo, de estrés para cientos de miles de seres humanos que llegaron a los Estados Unidos, en búsqueda del anhelado sueño americano, que ya es hoy por hoy algo más parecido a una pesadilla.

De nada sirve que los hispanos sean mayoría en 30 ciudades americanas de más de cien mil habitantes, de nada vale que sean mayoría en estados claves como California, Texas, Florida, de nada vale que hayan sido pieza clave en las últimas elecciones presidenciales. Nada sirve, porque siguen esperando que se les reconozca como fuerza viva en la Unión Americana y se les dé la oportunidad de vivir legal y decentemente.

Los inmigrantes y siendo los latinos la mayoría en Estados Unidos son solo visibles cuando de elecciones se trata. De nuevo, surgen propuestas de reforma migratoria. Da rabia escuchar por ejemplo al presidente Obama, que aspira a ser reelecto, decir que es su interés es empujar dicha reforma pero que no tiene la mayoría para hacerlo.

No la tiene ahora, pero la tuvo y no hizo nada, dejando decepcionados al 67% de los hispanos que votaron por él y lo ayudaron a ser presidente.

Como Pilatos, Obama se lava las manos, pero eso sí, con su programa de Comunidades Seguras, tiene el record de mayores deportaciones en la historia migratoria del país, con cerca de dos millones de personas retornadas a sus países de origen.

Pero aun le faltan once millones más.

A menos que propuestas como el recién creado Partido de Tequila, como respuesta al Partido del Te, que buscaría la inscripción de votantes hispanos den resultado para evidenciar que pueden ser una fuerza visible que haría la diferencia en los números electorales.

O

bien demostrar a los demócratas que con ellos, a los inmigrantes no les ha ido tan bien que digamos, pese a que le merecieron su voto en los pasados comicios electorales. Si se revisan las últimas décadas, las medidas migratorias que han favorecido a los inmigrantes vinieron por el lado Republicano, véase, la amnistía del 86 del presidente Reagan, el TPS, La Ley 281 de Reunificación Familiar, la Ley de los Pies Secos para los cubanos, la ley NACARA de los centroamericanos, entre otras, todas ellas de parte de los republicanos.

Finalmente, las propuestas en contra de los indocumentados están a la orden del día, pero las elecciones llegan y lo que se hace o se deja de hacer, se ve en los resultados de las urnas. Así que, Obama no te equivoques y no dejes que los vientos de medidas antiinmigrantes se lleven consigo el voto latino que un día tuviste.

Rafael Navarro

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