A cada uno su papel


Los pasajes del Antiguo Testamento son ricos en enseñanzas para nuestra vida cristiana. El combate de Israel contra Amalec (Éxodo 17:8-13) nos habla de diferentes servicios para Dios. En la llanura, Josué estaba a la cabeza de la batalla del pueblo de Dios contra una nación enemiga que lo había atacado.

Al mismo tiempo, en la colina, Moisés levantaba las manos hacia Dios y oraba por los combatientes. “Y sucedía que cuando alzaba Moisés su mano, Israel prevalecía; mas cuando él bajaba su mano, prevalecía Amalec” (Éxodo 17:11). Entonces Moisés, sostenido por sus dos asistentes, no dejó de orar hasta que la victoria fuese total.

Es muy importante que cada uno desempeñe su rol. Los que oran son tan útiles como los que están al frente. Su contribución es menos visible pero igual de real; tan pronto cesa, se nota su ausencia.

Aunque no haya recibido un don de evangelista, puedo orar por los predicadores. Si Dios me ha guardado de ser torturado o desterrado debido a mi fe, puedo orar por mis hermanos perseguidos. Aunque no sepa explicar la Biblia o consolar a los creyentes afligidos, sí puedo orar por aquellos que lo hacen.

¡No subestimemos la importancia de la oración, individual o colectiva! Los cristianos necesitan intercesores para ganar los combates espirituales. No hay que tener cualidades específicas para ello, sino solo interés por la Iglesia de Cristo, amor por nuestros hermanos y perseverancia.

Editor

Rafael Navarro, es Comunicador Social- Periodista de origen colombiano, ha trabajado por más de 30 años en medios de comunicación en español, tanto en Colombia como en Estados Unidos, en la actualidad es editor del periódico El Nuevo Georgia.

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