México, el país más peligroso para periodistas
“El derecho de libre expresión cuando nadie contradice al gobierno, la libertad de prensa cuando nadie está dispuesto a formular las preguntas importantes…..Por falta de uso, pueden llegar a convertirse en poco más que objetos votivos, pura palabrería patriótica. Los derechos y las libertades o se usan o se pierden“.
Carl Sagan
La muerte del periodista Miguel Ángel López Velasco en Veracruz, el pasado lunes, se sumó a las decenas de asesinatos contra este gremio que han venido ocurriendo en México durante los últimos 10 años, evidenciando el alto nivel de violencia que consume a este país en el marco de una guerra contra el narcotráfico y el crimen organizado y la cual se ha convertido en un verdadero reto para el ejercicio del periodismo como profesión.
De acuerdo con la Comisión mexicana de Derechos Humanos, más de 60 reporteros han sido asesinados en México desde el 2000 a la fecha, sin contar el alto número de agredidos, amenazados, torturados, secuestrados y censurados.
López Velasco, quien era columnista del periódico Notiver y quien dedicaba sus artículos a temas políticos y criminales, fue asesinado junto con su esposa y su hijo de 21 años en el interior de su propia residencia.
Este hecho se registra muy cerca del reciente hallazgo de Noel López, periodista del semanario Horizonte, Noticias de Acayucan y La Verdad, en una tumba clandestina también en Veracruz y quien estaba reportado como desaparecido desde el pasado mes de marzo.
Datos de organizaciones humanitarias como Periodistas Sin Fronteras han indicado que en un periodo de 20 años, es decir entre 1970 a 1990, se registraron 55 reporteros muertos. En el año 2005, México encabezó la lista de reporteros asesinados por el narcotráfico, mientras que entre el 2006 y 2009 se contaron más de 30 reporteros ejecutados.
Al parecer, las cifras hoy día no han disminuido, la muerte de Valentín Valdés en enero del 2010 y quién fue hallado con un cartel que rezaba: “Esto les va a pasar a los que no entiendan que el mensaje es para todos“, sólo confirma la continuación de un sistema que amenaza la apreciada libertad de expresión y que favorece aleaciones como la corrupción y complicidad de autoridades locales con bandas criminales y narcotraficantes.
La consecuencia evidente ha sido el crecimiento de una actitud de autocensura por parte de los reporteros, como única prevención de posibles represalias y resguardo de su seguridad personal, así como el acrecentado temor de que estos actos continúen impunes.
Los numerosos casos que en momentos parecieran aislados e incluso repetitivos y que se incrementan con tiempo, parecen estar acostumbrando a México y a su población a una situación de apatía e inmunidad ante la ausencia de justicia, aplicación de la ley y de garantías tan simples como la seguridad para todos ante el aparente dominio que los cárteles de la droga y bandas criminales tienen en distintas áreas del país.
Durango, Ciudad Juárez, Matamoros, Veracruz, Nuevo Laredo, Oaxaca, y Acapulco son algunas de las ciudades que siguen encabezando la lista no sólo de periodistas asesinados o desaparecidos, sino de la ciudadanía en general.
Hasta cuándo podrá México frenar esta ola de violencia no sólo contra los reporteros sino en general, es una pregunta sin respuesta.
Sin embargo, este país necesita rescatar preceptos como los del artículo 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que dice: “Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y de recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación..” por amenazas que atentan incluso contra la propia vida.