Vivir en la vida de otro: El milagro de las donaciones
Por: Rafael Navarro-ENG
La historia de Raymundo Ocampo conmueve a todos en la sala, el hombre de origen mexicano dice que cuando se enfermó y le detectaron casi colapsados sus riñones, uno de los médicos le recomendó que se regresara a México porque aquí poco podían hacer por él, y a partir de ahí se desencadenó parte de la peor historia de su vida.
Visiblemente conmovido, Ocampo recordó que casi vencido regresó a su país, pero al sentir que su vida se le seguía yendo, decidió volverse a Estados Unidos por la frontera, un viaje tan tortuoso en sus condiciones de salud, que temió no poder culminar el recorrido.
“Mi miedo a morir en la frontera era tanto, que ya cuando no puede más le dije a mi señora que le rogara a quien nos traía que nos dejara descansar solo un momento”, comenta.
Ocampo se acuerda que apenas se acostó en el suelo literalmente se murió del cansancio y la fatiga que lo azotaban, pero que a la media cuando lo despertaron para seguir el camino, se sintió fortalecido.
Le hacen un primer trasplante
Ya de regreso en Atlanta, tuvo que volver a sortear una serie de inconvenientes hasta que le hicieron el primer trasplante en el hospital de Emory.
“Pero cuando desperté, sentí un dolor tan fuerte que yo pedía que me quitaran eso, que no lo aguantaba”, dice.
Entre líneas, Ocampo recuerda haber escuchado a uno de los médicos decir que el riñón que le había trasplantado no era para él, sino para otro paciente que no estuvo preparado para recibirlo y que quizá el órgano había demorado mucho tiempo.
Al mes de la operación, debieron retirárselo.
A la anterior decisión, siguieron meses de relativo reposo, pero también de angustia porque debió empezar a recibir diálisis.
“Yo vi a por lo menos dos personas morir delante de mí mientras se realizaban sus diálisis”, recordó el hombre, ahora recuperado.
A los dos años, lo volvieron a llamar para su segundo trasplante, y esta vez los resultados fueron más exitosos.
Los 3 milagros de María
María Fuentes, dice que ella no sabía que estaba enferma, sino que fue al doctor y tras unos exámenes la llamaron de emergencia porque mis niveles de creatinina eran muy altos.
“No sé cómo me enfermé, los médicos no me dijeron cómo llegué a ese estado, pero mis riñones ya casi no funcionaban”
Recuerda que tomó medicina para controlar la enfermedad, pero ya no pudo esperar más y debieron ponerla en proceso de espera por siete meses inicialmente.
“Me hicieron el primer trasplante, pensé que había sido exitoso, pero se me dañó en un año y medio y me tuve que hacer diálisis por mas o menos un año, hasta que saliera otro donante”, le dijo la mujer a El Nuevo Georgia.
“El segundo trasplante de riñón fue en 2013 y gracias a Dios hasta ahora me sirve, pero fue un proceso muy largo, en ese proceso salí embarazada de mi hijo y me dijeron que no lo podía tener, que debía abortarlo pero yo escogí tenerlo y ahora tiene once años”, dice orgullosa.
“He recibido tres milagros, mi hijo y mis dos riñones”
Por eso Fuentes ahora toma la vocería por quienes, como ella, saben de la importancia de la donación de órganos y tejidos.
“Si tienen la oportunidad si son saludables pueden ser donantes de órganos porque le pueden salvar la vida a otros”, señala.
“Hay muchas personas esperando por años un órgano yo he sido afortunada por haber tenido dos trasplantes en dos años, pero sé que hay muchos que tienen años esperando…si tienen la oportunidad de donar están regalando la oportunidad de vida a los otros”
Más latinos faltan
Cifras reticentes indican que solo en Georgia hay en este momento 5,217 personas en espera de un trasplante, de las cuales un 12% aproximadamente son de origen latino, y aunque las donaciones en esta comunidad han aumentado, aún se requiere de muchos más.
“Con el Mes Nacional de las Donaciones, queremos concientizar y educar a la gente hispana sobre la importancia de las donaciones, decirles que las donaciones pueden salvar vidas”, dice Carlos Castro de la organización LifeLink Georgia.
“Podeos salvar vidas. Cuando la nuestra se ha extinguido, aún estamos en condiciones de regalarle un corazón, un riñón, un hígado a otra persona que lo necesita, o sea, podemos de alguna manera reinventarnos en otras personas”.
Castro dice que en 13 años se han doblado las cifras en donaciones de órganos y en donaciones de tejidos han crecido mucho más.
“Pero aun así nos quedamos cortos porque tenemos muchos hermanos hispanos esperando por un órgano, por un donante y ese puede ser usted”.