Exequias
En la vitrina de una empresa funeraria se puede leer: «Siete de cada diez franceses nunca han hablado de sus exequias. Para usted, ¿es un tema tabú?».
Es verdad que este desenlace, la muerte del cuerpo, la ruptura con todo lo que implica nuestra vida en la tierra, es difícil de considerar. No obstante, si hay una cosa cierta, ¡es indiscutiblemente esta! Por eso es prudente pensar en ello y tomar las medidas correspondientes, no solo para evitar una preocupación adicional a los que se quedan.
Quizás usted haya arreglado todo para ese día. Pero, ¿ha podido decir a los suyos que la muerte lo introducirá en la presencia de Jesús, su Salvador? Jesús dijo al malhechor que estaba crucificado a su lado, y que se arrepintió: “Hoy estarás conmigo en el paraíso” (Lucas 23:43).
Para los que no tienen esta esperanza, la Biblia dice que después de la muerte viene el juicio. Es una terrible situación comparecer solo, con todo su pasado, ante el Dios santo.
¡Qué diferencia para los allegados cuando, el día del funeral, saben que el cuerpo de aquel a quien entierran resucitará porque creyó en Jesucristo! Saben que en un abrir y cerrar de ojos, cuando Jesús vuelva, su cuerpo transformado será unido a su alma para formar un nuevo ser, y así estará “siempre con el Señor”.
¿Cómo no animarle a hacer la gestión esencial para ese día? Jesús dijo: “Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto?” (Juan 11:25-26).