El Pecado
Por: Rafael Valter, especial para El Nuevo Georgia
¿Han oído del efecto cobra? Es un término que se utiliza cuando tratas de arreglar un problema y en vez de componerlo lo terminas agravando.
¿De dónde viene la expresión? De la época colonial de la India, sucede que en su ciudad capital Delhi había exceso de serpientes venenosas, entonces el gobierno británico, quién gobernaba el país, ofreció una recompensa por cada cobra muerta que las personas entregaran. Al principio funcionó, pero entonces la gente comenzó a aprovecharse de la situación y empezó a criar cobras en los patios de sus casas para que les pagaran.
Insatisfechos por estar pagando por serpientes criadas en vez de serpientes salvajes, el gobierno canceló el programa.
Ahora que las serpientes no tenían valor alguno, los criadores las tiraron al campo y como resultado, después de pagar mucho dinero, en vez de bajar la cantidad de serpientes subió.
De esa misma manera funciona el pecado, el pecado es un problema que absolutamente todos tenemos, algunos no reconocen tenerlo, y muchos tratan de resolverlo por sí mismos, pero terminan agravando su problema.
Los que tratan de lidiar con el pecado por sí mismos utilizan la doctrina religiosa del ascetismo, que consiste en sufrir de alguna manera para pagar por el pecado, entre ellas están las peregrinaciones, el aislamiento, caminar de rodillas, autoflagelación (golpearse a sí mismo), rezos, y muchos otros tipos de “penitencias”.
Todos estos medios “purgativos” o de “purificación” tienen origen en la filosofía griega de los Estoicos, que eran personas con una corriente de pensamiento que promovía el control de los apetitos y pasiones para llegar a la virtud mediante la disciplina.
Esta manera de pensar que ha permeado hasta nuestros días es contraria a las palabras de nuestro Señor Jesús en la cruz que dijo: “Consumado es” (Juan 19:30).
Lo que Él dijo significa que Él finalmente había pagado la totalidad del precio del pecado humano.
Cuando recibes a Cristo como Señor y Salvador estás diciendo que crees que su sacrificio fue suficiente; Jesús pagó por tus pecados pasados, presentes y futuros.
Cuando tratas de pagar por tus pecados, en vez de pagar por el pecado enojas a Dios porque agregas al pecado: orgullo, incredulidad, u obras y no nos damos cuenta de que estamos llamando lo que Cristo hizo insuficiente.
No necesitamos pagar por el pecado “porque esto lo hizo (Cristo) una vez para siempre, ofreciéndose a sí mismo.” (Hebreos 7:27).