La gloria efímera de los cónsules (II)
Hace unos meses atrás escribimos un editorial que bien podría ser la primera parte de éste porque se refería a la misma situación de crítica hacia varias situaciones en las que se destacaban dos escándalos de corrupción, uno en el consulado general de El Salvador en Woodstock y otro en el de Honduras en Atlanta, éste último documentado con detalles por el semanario Mundo Hispánico.
En aquella oportunidad dábamos una especie de buena calificación a la función del consulado general de México en Atlanta, porque decir que las condiciones de atención y de servicio no han mejorado sería mentir, y sobre todo, porque su volumen de demanda duplica al de otras misiones diplomáticas y eso de entrada ya hace su trabajo complicado.
Pero se vivía ya un clima enrarecido alrededor de la figura principal de aquella representación y no es sino, tocar el tema y cientos de usuarios a través de las redes sociales salen a la ofensiva denunciando malos tratos, mala atención, poco cuidado de la oficina de protección y mucho inconformismo, algo que parecía haber sido superado.
Como fuente que genera información y como ente gubernamental el consulado general de México en Atlanta es una institución respetable y de eso no debe caber duda, las dudas saltan a la vista es cuando, su titular, independientemente de quién sea en ese momento, pretenda ignorar las voces de descontento dejando en subalternos, la tarea que a él le ha sido encomendada.
Salvador de Lara, como cónsul general de México en esta ciudad, ha impuesto su forma de trabajar en silencio y fuera de los flashes y eso hay que respetarlo; pero haber cambiando el esquema según el cual, a la prensa no se le informa de las actividades del consulado antes, como hace casi toda oficina de gobierno y solo limitarse a enviar fotos y un resumen de lo que hizo a través de la oficina de prensa, no es el mejor manejo de las comunicaciones.
Ese tipo de actitudes generan suspicacia, porque como decía una lectora de El Nuevo Georgia en un comentario colgado en su página de Facebook, al cónsul se le ve más celebrando cumpleaños de negocios, cortando cintas en nuevos restaurantes y compartiendo en fábricas de tortillas que generando otro tipo de noticias; eso es lo que percibe la gente.
Ahora bien, si al señor de Lara le conviene ignorar lo que dice su gente, ese ya no es problema de los medios de comunicación que entonces comienzan también a ser ignorados, rehuidos y “usados”, solo como caja de resonancia, pero sin observar por ellos el mínimo respeto.
Y nos atrevemos a decir que así es, porque en todo este largo periodo en el que se han dicho “extraoficialmente” cosas muy graves de la gestión del cónsul como cara visible del país que representa, éste decidió ir dilatando las respuestas, ignorando las invitaciones a hacer los descargos en público, de los que habló muchas veces “off the record”, y cuyas versiones hemos tenido que usar, en vista de un silencio prolongado que antes de favorecerle, le dan más fuerza a los rumores y a nuevos comentarios.
Si bien es cierto que cargos como ese se prestan para malquerencias políticas y revanchismo de sus adversarios, no es menos cierto que de tanto repetirse una “mentira”, ésta puede llegar a convertirse en verdad para el común, si es que no hay quien diga y argumente lo contrario y eso justamente es lo que ha terminado pasando.
En los últimos meses con viajes intempestivos a México, con una supuesta afección cardíaca de la que habló fuera de micrófonos, con movimientos casi que en calidad de anónimo y negándose sin decirlo, a los medios de comunicación locales, la situación llegó al extremo cuando apareció un nuevo cónsul alterno, con encargo de funciones como cónsul general.
Entonces, en vez de presentar al nuevo funcionario y advertir a cerca de lo que iba a ocurrir, el señor de Lara pretendía irse a México de nuevo, haciendo uso de un sigilo del que ya no goza, porque tiene más ojos encima de lo que él mismo se imagina, lo cual hizo que tuviera que salir a desmentir las versiones extraoficiales de su retiro, lo que, dicho sea de paso, tampoco es que haya dejado muy claro, porque a nadie le consta que vaya a regresar.
El Nuevo Georgia fue uno de los medios que se aventuró a dar la versión extraoficial sobre el nuevo cónsul, en vista de que lleva mucho esperando las versiones oficiales y nunca llegaron, y para ser fieles a la verdad, no había nada que desmentir porque de lo que dijimos y seguimos sosteniendo, el noventa y nueve por ciento está acogido a la realidad a saber:
Un nuevo cónsul, un cónsul que se va sin dar explicaciones “oficiales”; su puesto que queda a cargo del nuevo cónsul y de nuevo muchas explicaciones que nunca se dieron. ¿Qué de eso es calumnia? ¿Qué de eso es falso?
Pero de nuevo, volvemos al origen de este titular que por segunda vez usamos, vienen los funcionarios vestidos de gloria cuando se posesionan y más de uno se ha ido por la puerta trasera y con la manos no tan limpias que como las trajeron…así es esto!