Aumenta la violencia en Centroamérica a la sombra del narcotráfico en México
En algún tiempo los ex presidentes colombianos Álvaro Uribe y César Gaviria consideraron que: no bastaba con llevar a los capos de la droga ante la ley, había que llevar a los políticos, los jueces y todo aquél que estuviera lavando dinero del sistema financiero e involucrado en el asunto.
Y aunque México, su gobierno y algunos líderes políticos, particularmente ante la proximidad de las elecciones presidenciales del 2012, continúan prometiendo una estrategia similar, la realidad dista mucho de dicha práctica y la escena actual es más bien oscura y sin solución inmediata.
El pasado sábado, la decapitación en Tamaulipas de la editora mexicana del diario Primera Hora, María Elizabeth Macías Castro, de 39 años, se unió al reciente hallazgo de dos jóvenes violentamente asesinados por denunciar las actividades de los carteles de drogas en la ciudad fronteriza de Nuevo Laredo.
La violencia del narcotráfico en México se ha traducido en un número creciente de asesinatos, cerca de 1,000 personas al mes y que desde diciembre de 2006, cuando el presidente Felipe Calderón lanzó su ofensiva contra los cárteles de las drogas, a la fecha, han muerto más de 34,600 personas, siendo el 2010, el año más violento con cerca de 15 mil homicidios.
Pero esta violencia que caracteriza a México y que lo ha ubicado ante la opinión pública internacional en un peligroso “estado de guerra” con el narcotráfico, se ve agravada con el aumento de la violencia en América Central a “niveles inimaginables”, producto de la expansión de los cárteles mexicanos de la droga en la región donde ya operan organizaciones como Los Zetas, el cártel del Golfo y el de Sinaloa.
Ante esta situación, durante el encuentro con el Sistema de Integración Interamericana (SICA) la semana pasada, la secretaria de Estado de Estados Unidos Hillary Clinton propuso incluso construir cárceles de máxima seguridad en el área, ante el fracaso total de los centros penitenciarios existentes y en un esfuerzo para evitar que la zona caiga en manos del caos, la violencia y la anarquía similares a los que se viven en México.
La propuesta ocurre al mismo tiempo en el que el comité del Senado de Estados Unidos para el control internacional de narcóticos emitió un reporte, en cual la senadora y presidente de dicho grupo, la demócrata Diane Feinstein, advirtió que la situación de violencia e ingobernabilidad en el área puede salirse de control sin una acción inmediata por parte de este país.
El informe reconoció que el consumo de drogas en los Estados Unidos está alimentando la violencia en América Central, así como a los cárteles mexicanos, los narcotraficantes locales, las pandillas transnacionales y otras redes criminales internacionales quienes están sacando partido de la debilidad gubernamental tanto de Estados Unidos, como de los gobiernos mexicano y centroamericano y de las carencias en todos los sistemas judiciales involucrados en el asunto.
Desafortunadamente, Estados Unidos continúa siendo el más grande consumidor de drogas ilícitas en el mundo, que según un estudio sobre consumo de drogas y salud del 2010, cerca de 22.6 millones de estadounidenses mayores de 12 años son consumidores habituales de drogas como la cocaína, metanfetaminas, heroína y cannabis, entre las más comunes.
Para muchos, el problema no está en las drogas, sino en las leyes que las rigen, por lo que cada vez más se sugiere la legalización de éstas a fin de terminar con el mercado ilícito y destinar mayores recursos financieros a la prevención de consumo de drogas y tratamientos de rehabilitación.