La guerra perdida
La guerra contra el narcotráfico y el consumo de drogas, por el momento, está perdida. El número de norteamericanos consumiendo drogas ha aumentado, los carteles de las drogas son cada vez más poderosos y los pronósticos no podían ser más pesimistas.
Acabo de leer el informe anual del gobierno norteamericano sobre el consumo y tráfico de drogas (National Drug Threat Assessment 2011), producido por el Departamento de Justicia, y el panorama es verdaderamente desolador. No hay buenas noticias.
En Estados Unidos hay 21.8 millones de personas que usan drogas (2009), es decir, el 8.7 por ciento de la población mayor de 12 años de edad. Esto es un aumento significativo respecto al año anterior (8 por ciento en el 2008).
El uso de marihuana, tras un declive en la última década, ha vuelto a crecer entre los adolescentes. El uso de marihuana ha crecido del 16.5 por ciento en el 2008 al 18.1 por ciento del total de la población joven y adulta en el 2009.
El uso de heroína y metanfetaminas también va para arriba en Estados Unidos. Y aunque el consumo de cocaína ha disminuido (debido a la lucha entre carteles, a la caída de la producción en Colombia y a actividades antinarcóticos) en el 2009 hubo 617 mil estadounidenses que probaron cocaína por primera vez.
Estados Unidos es el mercado de drogas más grande del mundo. Y mientras haya norteamericanos utilizando drogas, siempre habrá alguien que las produzca y que las transporte al norte.
El sombrío reporte identifica a siete carteles mexicanos de las drogas como los principales responsables del tráfico de estupefacientes hacia Estados Unidos. Ya están por todos lados. Pasan la droga, sobre todo, por la frontera de México con California, Arizona y Texas, y luego la distribuyen al resto del país.
Los narcos, dice el informe, son comerciantes muy eficientes: no hay región de Estados Unidos sin disponibilidad de cocaína, heroína, marihuana y metanfetaminas.
Son tan creativos y eficaces como el mejor sistema de correo del mundo. Tienen sus productos a la venta en cada rincón y en cada esquina. Ninguna ciudad les es ajena.
La conclusión del reporte anual es terrible: “La amenaza generada por el tráfico y el abuso de drogas no va a disminuir a corto plazo y es posible que aumente¨. Esta es la realidad del tráfico y consumo de drogas al desnudo, sin máscaras, sin eufemismos ni triunfalismos.
No estamos ganando la guerra contra las drogas; la estamos perdiendo porque cada vez hay más consumidores, tanto en Estados Unidos como en América Latina. Y aún cuando la venta y consumo de sustancias ilegales estén fuertemente penalizados por los gobiernos, las sociedades toleran cada vez más su uso y suelen equipar las drogas con el alcohol y con medicamentos. Muchas celebridades ya no ocultan sus adicciones, cine, televisión, internet y redes sociales reflejan en las pantallas su uso extendido, y en ciertos sectores el consumo de drogas se ve como algo normal.
Actualmente la idea de prohibir las drogas es defendida por la mayoría de los políticos frente a las propuestas de legalización. Ningún político quiere ser visto como un defensor del negocio de los narcos. Sin embargo, ya hay una legalización tácita en el uso medicinal de la marihuana y en el creciente desarrollo de drogas sintéticas o de diseño.
Esto es nuevo. Habrá un momento en que los drogadictos estadounidenses no necesitarán más la cocaína de Colombia o Bolivia ni de la marihuana o heroína mexicana; sus drogas serán Made in USA. Frente a estas megatendencias sociales, poco pueden hacer los gobiernos, más allá de tratar de limitar la narcoviolencia, hacer campañas para evitar el consumo entre niños y atender los casos médicos más graves.
Tampoco estamos ganándoles la guerra a los narcotraficantes; por el contrario, son cada vez más poderosos.
Cada vez que el gobierno mexicano presume la captura de un gran capo, aparecen otros dos. Y es tristísimo reportar que ese gran esfuerzo que ha costado casi 50 mil vidas en México no ha tenido resultados concretos: la cantidad de drogas entrando a Estados Unidos va en aumento así como el número de drogadictos.
Desde luego que no podemos negociar con narcos ni hacernos de la vista gorda. En otras columnas ya he presentado mis propuestas concretas. Pero esta vez basta decir que la guerra contra el tráfico y consumo de drogas se está perdiendo. No más mentiras ni declaraciones triunfalistas. Lo que estamos haciendo no está funcionando. Hay que empezar por reconocerlo.
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