La historia de la tacita de té

Había una vez, una pareja de esposos que gustaban de ir a las tiendas de antigüedades, y entrando en una vieron una tacita de té absolutamente exquisita. Pidieron verla y en cuanto les fue entregada la tacita habló:  

“Yo no siempre fui una tacita de té hermosa. Hubo un tiempo en que era barro rojo. Mi maestro me tomó, me amasó, me palmeó, y yo le pedía que me dejara porque me dolía, pero sonreía y me decía: “aún no”, luego me puso en un torno y me mareó haciéndome girar, luego me metió en un horno y creí que solo quería quemarme, luego me sacó y me dejó enfriar, pensé que mi sufrimiento había terminado, pero entonces comenzó a cubrirme con pintura, sentía que me ahogaba y gritaba: ¡no más! 

Luego me metió de nuevo al horno y no comprendía lo que hacía, pero al sacarme me colocó en un estante frente a un espejo y vi que era hermosa. 

En ese momento, cuando ya todo había terminado, él me explicó por qué hizo cada cosa que hizo, y ahora comprendo que si él no me hubiera escogido nunca sería lo que soy, creo que debí haber confiado un poco más en él.”  

Jeremías 18:1-6 

1 Palabra de Jehová que vino a Jeremías, diciendo: Levántate y vete a casa del alfarero, y allí te haré oír mis palabras. Y descendí a casa del alfarero, y he aquí que él trabajaba sobre la rueda. Y la vasija de barro que él hacía se echó a perder en su mano; y volvió y la hizo otra vasija, según le pareció mejor hacerla. Entonces vino a mí palabra de Jehová, diciendo: ¿No podré yo hacer de vosotros como este alfarero, oh casa de Israel? dice Jehová. He aquí que, como el barro en la mano del alfarero, así sois vosotros en mi mano, oh casa de Israel. 

Por: Rafael Valter