Los republicanos están vendiendo el mueble
La historia dice que el esposo llegó esa tarde más temprano que de costumbre, solo para encontrarse a la mujer con la que había jurado permanecer toda la vida, retozando con un desconocido, justamente en el mueble rojo, donde todos los fines de semana este se echaba a ver los partidos de la Liga MX, además de una que otra serie de narcos y bandidos en Netflix.
Ofuscado y sin saber qué hacer, pero seguro y decidido a cortar de raíz con la infidelidad de su cónyuge, no tuvo una mejor idea que tomar su celular, abrir su cuenta de Facebook, buscar una de las tantas páginas de ofertas en Atlanta y poner a la venta a muy buen precio “un mueble rojo casi nuevo”, pero culpable de todas sus desgracias.
El pasado 3 de noviembre el pueblo estadounidense demostró estar por encima de cualquier capricho personal, ansias desmedidas de poder o amagos de caudillos redentores que primero degradan a la nación más ponderosa del mundo, vapulean sus instituciones y socaban su constitución y sus leyes, para luego aparecer como sus salvadores, sin importar si eso depende de arrastrarnos a los niveles más bajos de intolerancia, mentiras y despreciables posturas supremacistas.
La estruendosa derrota de Donald Trump, propinada por los votantes de todos los orígenes, es apenas la muestra de que, a pesar de lo frágil que pueda ser la democracia, como lo reconoció el presidente Joe Biden, luego del fallido intento de golpe de estado del pasado 6 de enero, tiene aun mucho que ofrecer a los ciudadanos de bien que les permite imponerse ante el maldito autoritarismo de algunos.
La diferencia de votos populares entre el perdedor de la contienda presidencial en Georgia y el indiscutible ganador, fue solo de unos 12 mil votos, contados y recontados, auditados y re auditados por las autoridades competentes, gracias a la providencia, de la misma camada política de quien pusiera en duda la legitimidad del proceso.
No fue lo mismo con los dos candidatos al senado republicano que perdieron por lo que vulgarmente puede llamarse una paliza, propinada por los electores cansados de que éstos, solo fueran a Washington a seguirse enriqueciendo.
No sabré decir con exactitud cuántas veces el gobernador Brian Kemp, el secretario de estado, el vicegobernador y el líder de la mayoría republicana de Georgia, dijeron que el proceso electoral en el estado había sido transparente, legal y sin asomo de fraude, eso quiere decir, que el sistema y las herramientas usadas para esa elección eran funcionales, inmunes al fraude y seguras.
¿Y si eso era así, cuando se dieron las elecciones y se confirmaron los votos y se le dieron al legítimo ganador y se certificaron los resultados, qué cambió al mes siguiente para que todos los republicanos ahora quieran revolcar todas las reglas electorales del estado?
– ¡Nada!, nada ha cambiado, y nada debería cambiar, sino fuera porque al parecer, todos los republicanos alineados con Donald Trump en Georgia, al decir de la jefe de elecciones del condado de Gwinnett deban asegurarse de no perder una elección más en el estado.
“No tienen que cambiarlas todas (las leyes), pero tienen que cambiar la mayor parte de ellas para que al menos tengamos la oportunidad de ganar”, dijo Alice O’Lenick, presidenta de la Junta de Registros y Elecciones de Gwinnett para 2021 y 2022, quien al tomar el cargo alentó a los miembros de su partido a escribir cartas y hacer llamadas telefónicas a los legisladores estatales para alentarlos a realizar cambios en las leyes electorales estatales.
En la legislatura de Georgia se han presentado decenas de iniciativas para quitarles a los georgianos el derecho a votar libremente, por la simple razón de que, a los republicanos no les gustó perder de manera tan estrepitosa la presidencia y el dominio del senado federal.
¡Es una lástima que esta colectividad haya perdido el rumbo del deber ser y sean ahora la peor caricatura del esposo traicionado que ante su poca virilidad para arreglar sus problemas matrimoniales, no ve mejor solución que vender el mueble donde se ha cometido la infidelidad!