Búsqueda y propósito
Señor, ¿qué es el hombre, para que en él pienses?… El hombre es semejante a la vanidad; sus días son como la sombra que pasa… Bienaventurado el pueblo cuyo Dios es el Señor.
¡Cuántas reflexiones surgen en el espíritu humano! Este espíritu está hecho de tal manera que solo podemos imaginar un universo coherente, que tiene un significado y una finalidad. Y necesariamente buscamos las causas primeras, tratando también de imaginarnos el futuro…
El universo no salió de una ausencia de voluntad, para evolucionar al azar hacia un fin inexistente. Nuestra lógica interior exige leyes, una organización, una intención, es decir, un Creador.
Cada uno se interroga también sobre el significado de su propia vida, una vida en la que se alternan días de gozo y de dolor, y que de repente se acaba con la muerte inevitable. Pero el espíritu humano tampoco puede detenerse allí, busca sin cesar, rechaza esta realidad… Debe haber algo más detrás de esto, debe haber un futuro más allá de la tumba.
Mientras todo me muestra una naturaleza maravillosamente estructurada y terminada, es imposible que mi propia vida no tenga un significado profundo, que el mundo moral no tenga ninguna coherencia final.
En la Biblia Dios responde todas estas preguntas. Él nos dio una inteligencia capaz de reconocerlo en la naturaleza (ver Romanos 1:20).
Además, él tiene un plan para cada uno, un plan lleno de promesas. “Yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice el Señor, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis” (Jeremías 29:11). Dios ofrece a cada uno la paz del alma y del corazón, la certeza de la vida eterna. (labuenasemilla.com)