Una pelea entre viejos cómplices
El anciano de la derecha en la fotografía que acompaña esta nota, Charles Banniester, fue durante varios años uno de los comisionados del condado de Gwinnett y por dos o tres años fue el director ejecutivo del condado, es decir, el mero mero, durante ese tiempo fue cuando se aprobó todo lo concerniente a la aplicación de la sección 287 (g) que da autoridad a los jefes de policía a tener agentes dentro de las cárceles para que indaguen el estatus de quienes son arrestados, y eso ha provocado todo lo que ya muchos conocen.
Bannister puso todo su empeño y dedicación en que los demás comisionados aprobaran la 287 (g) para Gwinnet, y claro, contaba con su entonces camarilla, el otro anciano de la izquierda, Buch Conway, el sheriff del condado, otro sujeto que ha buscado a costa del poder que le da su cargo deshacerse de los inmigrantes en su territorio.
Bannister y Conway son republicanos, y entre ellos, como en muchos matrimonios de puertas para afuera eran todo amor y cuando las puertas se cerraban se comían de pellizcos, incluso, se guardaban secretos tan finos, como ciertos procederes de la esposa del sheriff Conway Carla Brown quien es una juez de la Corte de Gwinnett y a quien Bannister al parecer la conoce como “malgastadora de fondos públicos”.
¿Ven por qué les decíamos que este no era un chiste, pero tenía gusto?
En junio de 2010, Bannister, entonces de 71 años y quien ya tenía varios líos por varias demandas en su contra por algunas actuaciones como comisionado, fue arrestado bajo cargos de conducir bajo la influencia del alcohol, dos oficiales del sheriff Conway lo siguieron, lo esperaron en una luz, así como hacen con los hispanos, y al encontrar una “sospecha razonable” para detener su vehículo, lo hicieron.
A Bannister le hicieron todas las pruebas que le hacen a los jóvenes pubertos que salen de sus bailes de prom con cuatro cervezas en la cabeza, incluso, lo pusieron a caminar en “una sola pata”, el informe policial dice que esa prueba no la pasó y era señal de la embriaguez, no de la artritis ni del reumatismo, propios de la edad.
Arrestado, fichado, fotografiado y agraviado, el entonces comisionado fue dejado en libertad pasada la una de la madrugada del 11 de junio de 2010, y para los medios locales esa fue la noticia del día.
Pero la historia apenas comenzaba. Como más sabe el diablo por viejo que por diablo, Bannister, esa madrugada no pegó los ojos y temprano en la mañana expidió un comunicado ofreciendo excusas por lo ocurrido a sus conciudadanos y dando su versión de los hechos, según la cual, había sido víctima de persecución política.
Pidió los expedientes de las pruebas de alcohol y se sometió a todas las que fue necesaria y las pruebas dieron negativas.
Un juez de la corte del condado dictaminaron que las pruebas no habían sido tomadas de manera correcta, que nunca se pudo demostrar el alcohol en la sangre de Bannister y por lo tanto los cargos fueron retirados.
Conway, el temido sheriff quien junto con el anti-inmigrante D.A. King, devastaron la economía del condado de Gwinnett cuando impusieron la 287 (g) tuvo que salir a ofrecerle excusas al comisionado y a decir que fue un error de sus oficiales.
¿Pero qué creen que pasó? Bannister guardó silencio, al poco tiempo renunció de su cargo y se retiró a cuidar a sus nietos, a arreglar el jardín de su casa y a revivir sus mejores momentos de juventud de comienzos del siglo XX, pero mientras eso sucedía, tramaba lo que sería su dulce venganza.
Por varios medios intentó conseguir que Conway pagara por haberlo humillado y destruir su carrera política, pero el sheriff le daba la batalla, hasta hace poco cuando el ex comisionado lo demandó ante una corte federal, a él y a los dos oficiales que lo detuvieron por daños y perjuicios a la moral y exige que le paguen 1,7 millones de dólares.
Pero vaya que se aprende. Dentro del cuerpo de la demanda de Bannister contra Conway, se argumenta que: “Como resultado de la detención y la consiguiente cobertura mediática, Bannister sufrió ‘extrema humillación, vergüenza y angustia’”.
Ya sabe la gente más o menos cuanto puede costar la extrema humillación, vergüenza y angustia, por la que han atravesado miles de latinos en el condado de Gwinnet, desde cuando este par de ahora archienemigos, decidieron unirse para traer la 287 (g) al condado, lo malo es que para ellos, la justicia tardará un poco más…para Bannister, quién sabe si podrá esperar que a partir del 2013, la corte federal comience a estudiar su demanda!