La de Kathleen una historia para compartir
“Desde que tenía 2 años de edad, mi madre ha estado enferma. Creo que nadie entiende lo mucho que sufrió con esto. Un día, al final de mi sexto grado, le dije a uno de mis amigos lo triste que me sentía. Él me compartió cómo hizo para lidiar con sus propios problemas y el dolor, me sugirió que debería empezar a cortarme yo mismo. Me dijo que era fácil y que así se iba todo el dolor y el estrés.
Explicó cómo podría hacerlo y que era rápido. Esa noche me fui a mi habitación y me hice un pequeño corte en la muñeca. Sentir dolor físico en lugar de dolor emocional por primera vez viví algo diferente y nuevo. Me dio una subida de adrenalina y me hizo sentir mejor.
Dado que la salud de mi madre se mantenía peor cada vez, empecé a cortarme más y más. Yo siempre llevaba una chaqueta o una camisa de manga larga, incluso en el mes de julio.
Cuando la gente me preguntaba, me inventaba una excusa como “Oh, está realmente frío” u “Oh, estoy enferma”. Sentía una sensación de poder, al saber que podía ocultar mis cicatrices.
Un día, mi mamá, mi hermana y yo estábamos afuera jugando con globos de agua y yo llevaba una camiseta sencilla, disfrutando del día. Me dirigí hacia mi madre riendo y fue entonces cuando vio mis brazos. Ella comenzó a hacer muchas preguntas a la vez que lloraba. De inmediato se puso a trabajar en la búsqueda de ayuda para mí. Se enteró de un programa para adolescentes llamado “Renovación Juvenil”, y ella me registró.
El día del taller de Renovación Juvenil, yo estaba muy asustada. Nunca he hablado abiertamente sobre mis problemas o sobre los cortes que me hacía. Me senté en una silla escuchando a otros hablar acerca de cómo sus vidas han cambiado. Esa noche, cuando volví a casa me hice una promesa a mí misma que no iba a cortarme de nuevo.
No sólo me estaba haciendo daño a mí misma, sino también estaba haciéndole daño a mi familia. Después de ese fin de semana nunca me he cortado de nuevo. Ha sido difícil porque siento la tentación de hacerlo, pero me he mantenida limpia y eso es un gran logro. He aprendido a hablar de mis sentimientos. Ahora, cuando me siento triste o tengo un problema, voy a mis padres.
Nuestra relación es mucho más cerca ahora.Después de haber participado del taller, me involucré en el grupo de apoyo, y con el tiempo me convertí en una voluntaria del programa. Ellos me han dado la fuerza para superar tantos problemas. Voy a seguir a otros mentores. Eso les ayuda, pero también me ayuda a mantener el rumbo y no caer nunca más.
Voy a seguir compartiendo mi historia. Estoy segura que cuando los demás me oigan, pensarán: “si era capaz de hacerlo, yo también puedo”. Quiero ayudar a mi hermana pequeña para no que no caiga en las mismas trampas en las que caí yp. Voy a seguir estudiando duro para convertirme en una profesional. Un día también seré una buena madre para mis hijos. He aprendido que tengo que darles tiempo y escucharlos”
Al igual que Kathleen cientos de adolescentes llegan a través de los programas de Renovación Juvenil cada año, donde se les ofrecen las herramientas para lidiar mejor con las presiones de la escuela, una vida bicultural y las presiones de grupo.
Algunos estudios dicen que hasta un 20% de los adolescentes se han hecho recortes a sí mismos.
Si usted quiere saber más acerca de Renovación Juvenil y Renovación Conyugal, visítelos en su sitio: www.renovacionconyugal.com, pregunte cómo puede usted apoyarlos.