El derecho moral de permanecer, según Joseph H. Carens
Adriana García
Con el título: Inmigrantes y el derecho de permanecer, Joseph H. Carens, profesor de la Universidad de Toronto y autor del libro “Cultura, Ciudadanía y Comunidad”, presenta su nuevo texto en el que argumenta a favor de la legalización de los inmigrantes ilegales en los Estados Unidos e incluye un foro de debate con seis diferentes analistas conocedores del tema y quienes secundan o refutan sus razonamientos.
En su libro, Carens inicia con un caso modelo que se repite comúnmente en la inmigración ilegal. Se trata de un migrante quien gestiona en su país de origen, una visa en la embajada americana a fin ingresar a ese país legalmente. Sin éxito de obtenerla, queda con la única opción de cruzar la frontera usando la ayuda de traficantes de personas. Una vez en los Estados Unidos, trabaja y estudia por varios años, conoce a una ciudadana americana, contrae matrimonio, tiene un hijo y lleva una vida normal como la de cualquier otro ciudadano común. Paga impuestos, desarrolla lazos afectivos con la comunidad que le rodea, pero no puede regularizar su estatus.
Ante dicha situación, Carens plantea la pregunta ¿cómo debería una democracia liberal responder a la vulnerabilidad de los migrantes irregulares?, ¿deberían ser expulsados o ser aceptados como miembros de la comunidad luego de residir en el país por un período prolongado de tiempo?.
Carens contesta a sus preguntas afirmando que los migrantes no regularizados deberían obtener una amnistía, sobretodo cuando han permanecido en el país por un largo tiempo, ganándose el derecho moral de permanecer en el lugar donde ya han formado familias y han sido asimilados de facto en una sociedad. Subraya la necesidad de rescatar los compromisos morales de esta nación, recordando su formación y su origen.
Para Carens, entre más tiempo la estancia, más fuerte la validez moral del inmigrante ilegal de permanecer. Como base a su discurso, el analista cita el caso de la americana Margaret Grimmond, quien desde muy pequeña es trasladada al Reino Unido y reside ahí por los siguientes 80 años.
En un viaje de placer sale de ese país y al regresar es rechazada ante a su estatus ilegal. Sin embargo debido a la gran publicidad que recibió su caso, las autoridades británicas se vieron comprometidas a otorgarle la ciudadanía.
Para Carens, este ejemplo demuestra que forzar a la gente a dejar el lugar en el cual se ha vivido por mucho tiempo y donde se han formado profundas conexiones humanas es algo realmente equivocado, cruel e inhumano.
El derecho moral de este país de detener y deportar a migrantes irregulares se debilita conforme pasa el tiempo de estancia del migrante ilegal, ya que al asentarse y crecer su estabilidad social, el hecho de que se encuentre sin autorización se convierte en un elemento irrelevante. El autor asevera que cualquier persona que viva, trabaje y procree familias en una sociedad, ya es miembro de esa misma, sea cual sea su estatus legal.
Carens advierte que la implicación política de su análisis es proponer que los países con poblaciones migrantes irregulares se alejen cada vez más de prácticas que garanticen amnistías ocasionales a gran escala y más bien establezcan derechos individuales para los migrantes, que dependan de un períodos fijos en torno al tiempo de residencia. Un margen razonable para Carens podría ser la regularización de inmigrantes ilegales que se encuentren en el país de entre 5 a 7 años.
Finalmente, Carens resalta que su argumentación a favor de una amnistía para inmigrantes ilegales no es un repudio al derecho de cualquier país de controlar su inmigración y que este estudio de caso sobre deportación y exclusión de migrantes irregulares, no está tampoco dirigido a apoyar la apertura sin discreción de las fronteras.
Más bien intenta rescatar los principios morales que deberían gobernar el trato hacia cientos de inmigrantes ilegales, quienes ya residen en un país, sobretodo en Estados Unidos. Carsens señala que en un ambiente de democracia, existe una mayor obligación de las partes involucradas de buscar una zona común, en donde se puedan lograr acuerdos en medio de tantos desacuerdos respecto al problema.
Al final del libro, Carens recibe críticas tanto negativas como positivas, reflejando la polémica y el alto de nivel de polarización que tiene el tema en este país. Sin embargo, Carens logra exponer su punto de vista bajo un matiz más humano, en el que se consideran las emociones, experiencias de vida y afectos que un inmigrante legal genera en un cierto período de residencia en un país que no es el suyo y que se convierte en suyo.