¿Se pueden cubrir todos los riesgos?
En Dios solamente está acallada mi alma; de él viene mi salvación
El solamente es mi roca y mi salvación no resbalaré.
Salmo 62:1-2, 6.
La más sorprendente y probablemente la más antigua compañía de seguros es sin duda la Lloyds, ubicada en Londres. En ella prácticamente no existe nada en el mundo que no se pueda asegurar. Los hombres de negocios se aseguran contra las pérdidas, los empresarios se aseguran contra los riesgos de huelga o de guerra, los armadores de barcos contra los naufragios, los campesinos contra las malas cosechas, y así sucesivamente.
Caruso, célebre tenor, aseguró su voz por cien mil libras esterlinas. Los asegurados están satisfechos incluso si tienen que pagar grandes mensualidades, pues alguien se hace cargo del riesgo que tanto temen.
Pero que alguien asuma la responsabilidad del riesgo aportará como máximo al asegurado una compensación financiera que quizá le permitirá recuperar un bien material, pero no le devolverá la salud o la vida.
Aquel que cree en Jesucristo tiene un seguro muy distinto que no garantiza los bienes materiales, ni siquiera la salud; pero va mucho más lejos. El creyente sabe que ya recibió la vida eterna, y puede decir como el apóstol Pablo: Estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida ni lo presente, ni lo por venir ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro (Romanos 8:38-39). ¿Se ha dirigido usted a él? Él dijo: El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán (Mateo 24:35).