El justo por su fe vivirá
Esta corta frase del profeta Habacuc (más de 600 años antes de Cristo) enuncia un principio esencial del cristianismo. Citada tres veces en el Nuevo Testamento, se puede aplicar a diferentes aspectos de la vida cristiana:
La respuesta a la pregunta de Job muchos siglos antes: ¿Cómo se justificará el hombre con Dios? (Job 9:2) está en Romanos 1:17: El justo por la fe vivirá. Al creer (por la fe) en el poder del Evangelio, el hombre recibe una nueva vida, y esta vida es un regalo de Dios. Simplemente hay que aceptarlo. Al creer, uno es justificado delante de Dios, es decir, Él mismo lo considera ahora como un justo.
La epístola a los Gálatas (cap. 3:11) nos dice solemnemente que esta justicia no puede obtenerse mediante las buenas obras, incluso si, con la mayor sinceridad, tratamos de respetar la ley divina en nuestra vida, porque en el fondo somos incapaces. Sólo a través de la fe recibimos esta justicia divina.
En la epístola a los Hebreos (cap. 10:38), esta expresión encuentra todo su sentido en la vida del creyente. El que cree en el Evangelio, en las palabras de Cristo, a partir de ese momento vive por la fe. Su principio de vida es la confianza en Dios, en su amor, en todas sus promesas anunciadas en la Biblia.
El Señor Jesús sabía perfectamente lo que significa ese primer versículo del Salmo 16: Guárdame, oh Dios, porque en ti he confiado.
El creyente deposita su confianza en Dios para el día a día y para su porvenir eterno. Así estos tres textos del Nuevo Testamento enfatizan cada una de estas palabras de Habacuc 2:4: El justo por su fe vivirá.