Buena forma espiritual
Es cierto que mantenerse en buena forma física requiere disciplina y esfuerzo. Para conseguirlo, muchos de nuestros contemporáneos practican la gimnasia matinal, otros corren, y otros, o los mismos, llevan un régimen alimenticio riguroso.
De la misma manera, la buena forma espiritual requiere tiempo, esfuerzos y práctica. El apóstol Pablo recomienda a Timoteo ejercitarse para la piedad. El ejercicio espiritual puede ser una alegría, pero siempre conlleva cierta disciplina, es decir, estudiar la Palabra de Dios, perseverar en la oración, ir a reuniones cristianas, esforzarnos en poner en práctica en nuestra vida diaria lo que hemos aprendido.
Para dedicarle tiempo es necesario renunciar a ciertas actividades que nos absorben demasiado, y establecer prioridades. Pero realmente vale la pena. La buena forma espiritual nos ayuda a resistir a las tentaciones y a vivir con el Señor. También nos da la sabiduría que necesitamos para ayudar a los demás en su vida cristiana.
¿Qué pensaríamos de un carpintero que olvida afilar sus utensilios, o de un mecánico que no dedica tiempo para engrasar su máquina? El hijo de Dios que descuida fortalecerse mediante la oración, el estudio de la Biblia y la comunión con el Señor, es igual de insensato.
Los instrumentos de nuestro servicio espiritual se embotan rápidamente; por ello hay que afilarlos cada día. Creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo (2ª Pedro 3:18).