Un recuerdo para las generaciones futuras
Cuando se inauguró el museo que conmemora el Desembarco aliado de 1944 en Normandía (Francia), un periodista entrevistó a una profesora que había sido invitada junto con sus alumnos para la celebración.
¿Piensa que sus alumnos se interesan en la guerra? ¡Por supuesto, y quizá demasiado! A algunos les fascinan las armas. Entonces, ¿le parece conveniente traerlos a este museo? Sí. Si queremos evitar que los horrores por los que pasamos se reproduzcan, debemos hacer que nuestros hijos tengan presente ese suceso.
Dios también nos invita a recordar, no el mal que hicieron los hombres, sino lo que Él hizo por nosotros. Es el recuerdo que Jesús dejó a los cristianos a fin de que no olviden el precio que pagó para salvarlos.
Jesús invita a cada cristiano a participar el domingo en una comida muy sencilla compuesta por un pan y una copa, símbolos del cuerpo y de la vida del Salvador, ofrecidos por nosotros en la cruz.
Desde hace casi veinte siglos, los cristianos recuerdan así a Jesucristo. Cristianos, ¡no olvidemos hasta dónde llegó el amor de nuestro Salvador por nosotros! Las palabras y las buenas intenciones no cuentan. Sólo los hechos muestran la realidad de nuestro compromiso. Por lo tanto, estemos presentes allí donde se recuerda al Señor, y participemos de esa conmemoración con adoración.