Stewart o la caldera del diablo
Lo que se diga sobre el Centro de Detención Stewart es poco, si se tienen en cuenta las miles de historias de abusos que se han cometido desde su apertura y más aun desde que la administración del presidente Obama se dedicara a perseguir a los inmigrantes indocumentados y entregárselos a los concesionarios privados de estos centros carcelarios, que han encontrado el mejor negocio en la destrucción de millones de familias alrededor del país.
Ni las organizaciones de derechos civiles, ni la oficina de Amnistía Internacional, ni las coaliciones locales han logrado amainar un poco la furia desbocada como se trabaja en estos centros, donde a los internos de les aísla de manera irregular, se les obliga a trabajar por 3 dólares el día y se les cobran tarifas desorbitantes por las llamadas telefónicas y los pocos alimentos que consiguen en sus tiendas.
En los últimos días algunas familias se han comunicado con nuestras oficinas para mostrar su inconformidad debido al trato de que han sido objeto sus familiares detenidos en Stewart, sobre todo en lo relacionado a las comidas, un tema que ha sido recurrente y que los responsables del centro siguen negando, así como las autoridades de inmigración.
Una mujer desde Carolina del Norte contaba, por ejemplo, que su esposo, quien lleva varios meses detenidos se había enfermado del estómago y que, la mañana del jueves 12 de junio “hicieron el café con la misma agua en la que antes habían hervido los huevos del desayuno”.
¿Se pueden corroborar estas denuncias? Es difícil, porque los internos pueden entregar sus versiones a los medios, pero cuando la querella se remite a las autoridades correspondientes no solo minimizan el hecho, sino no es que terminan por negarlo.
Ni si se destaca un reportero en cada centro de detención las 24 horas del día, podría obtenerse un argumento lo suficientemente sólido como para saber que lo que allá sucede no va a ser luego desvirtuado por “la versión oficial”, mientras los querellantes no tienen más remedio que seguir viviendo su propio calvario.
Otra mujer, cuyo esposo acaba de terminar de pagar una larga condena en una cárcel federal, llamaba porque quería ser asesorada por una organización que le explicara mejor, por qué después de una condena de 20 años, su marido debía estar ahora preso en la cárcel de Stewart, y no era enviado a su país de manera expedita, al fin y al cabo ya había pagado su condena y según los reglamentos actuales, para este tipo de personas es que se debe proceder rápidamente en removerlas del país.
“Ahora me acaba de decir que les cortaron el agua caliente y todos se están bañando con agua fría”, dijo la mujer.
Consultado el vocero de la oficina de ICE en Atlanta sobre estos dos aspectos fue enfático en decir que “No hay huelga de hambre en Stewart. Tuvimos algunos detenidos protestando por la comida un día de la semana pasada, pero sus preocupaciones han sido abordadas.” Dijo Vincent Pichard.
En lo relacionado al agua caliente, dijo que “Una unidad tiene un problema de mantenimiento con agua caliente que todavía está siendo atendido, pero los detenidos están siendo trasladados a otras unidades para las duchas…durante las reparaciones.”
Azadeh Shahshahani de la Unión Americana de Libertades Civiles—ACLU-, por sus siglas en inglés, corroboró lo expuesto por las dos querellantes diciendo. “Nosotros también hemos escuchado de familiares y abogados de inmigración acerca de una huelga de hambre y una emergencia en Stewart en algún momento de la semana pasada.”
Los representantes de ACLU de Georgia y Georgia Detention Watch visitaron Stewart el fin de semana pasado y se reunieron con algunos inmigrantes detenidos. “Entendemos que algunos inmigrantes detenidos iniciaron una huelga de hambre para protestar por la calidad de los alimentos y otras condiciones inhumanas en las instalaciones”, dijo Shahshahani.
“Estamos muy preocupados por la continuación de las condiciones deficientes en las instalaciones, que hemos documentado desde mayo de 2012, en nuestro informe, ‘Los prisioneros de Beneficio: Inmigrantes y de detención en Georgia’. De nuevo hacemos un llamado a ICE para cerrar este centro, reconocido como uno de las peores en el país, y asegurar que los inmigrantes gocen de la dignidad humana y los derechos constitucionales.”