Menores en la frontera: “Me vine para superarme y salir adelante”
Salió con menos de 100 dólares de su país hacia Estados Unidos a buscar una vida mejor que nunca había conocido.
Por: Rafael Navarro- ENG.
Carlos* ha aprendido que una de las primeras cosas que se ponen en riesgo cuando se es inmigrante “irregular” es la identidad, por eso se cuida de no revelarla, no dar detalles de su historia ni dejar el menor espacio para poner en riesgo lo que le ha costando tanto, empezando por su propia vida.
Este joven hondureño salió de su natal pueblo de Buenavista de Yoro recién había cumplido los 17 años. Lo hacía, porque era una idea que le había venido rondando su cabeza mientras pensaba lo que podría llegar a ser du futuro si es que se quedaba en el mismo lugar donde habían nacido sus otros siete hermanos.
Dice que reunió mil lempiras, algo como cien dólares, para hacer una travesía que le obligaba a pasar por Guatemala y México, fronteras que logró sortear de manera relativamente fácil, aunque en este último país estuvo por más de 20 días, en los que le tocó pasar por cuatro refugios donde encontraba alojamiento y comida y cuando no, le tocaba pedir para comer.
Con todo eso, estaba lejos de imaginarse que el verdadero peligro lo iba a esperar en la frontera norte de México, donde una fracción de los zetas secuestraron el grupo con el que se había juntado y amenazaron con matarlos sino pagaban 500 dólares cada uno.
“Yo me acordé que tenía un primo acá, de este lado, y me dejaron llamarlo y él me dijo que me iba a ayudar…”, recuerda, pero a la pregunta obvia, de ¿qué hubiera pasado si no hubiera tenido a alguien? Es evidente que sabía a lo se enfrentaba.
-No se-, dice, “Me hubieran matado…a saber…”
Tres meses en el refugio
Superada la frontera norte de México, faltaba aun lo más importante, la frontera sur de Estados Unidos, el sueño anhelado, el país de la prosperidad del que había oído contar historias de éxito que a sus 17 años quería comprobar que eran ciertas. El borde sucumbió a sus pies y luego de tres días de intensas caminatas y poca alimentación logró pasar sin contratiempo.
Pero como no todo es perfecto, llegando a Houston en el sector de Piedras Negras los agarró la Patrulla Fronteriza, de los 8 que le acompañaban solo él era menor de edad. Entonces lo enviaron al International Children’s Shelter—Refugio Internacional para Niños de San Antonio, donde fue ingresado a finales de septiembre de 2013.
“Ahí me tuvieron tres meses, nos daban comida, nos ponían a hacer ejercicios, dormíamos en camas…así pasábamos todos los días”, recuerda. El 11 de enero de 2014, luego de un largo proceso fue entregado a un familiar que se hizo cargo de él mientras se define su situación migratoria.
El Congreso debería proteger, en lugar de castigar
Carlos, es apenas uno de los miles de menores que desde el año 2012 han desbordado la capacidad de los refugios en la frontera entre Estados Unidos y México, los cuales llegan sin acompañantes, por eso la organización Human Rights Watch, ha dicho que “La política del gobierno de Estados Unidos de detener a niños migrantes no acompañados, algunos por períodos largos, y someterlos a un procesamiento inadecuado los pone en peligro.”
Se advierte que unos 90.000 niños migrantes no acompañados cruzarán la frontera entre Estados Unidos y México en el año fiscal 2014, 10 veces más el número que cruzó en 2011. Miles de niños más han cruzado acompañados de un padre, lo que también supone un aumento respecto a años anteriores.
“La política del gobierno de EE.UU. de detener a niños en grandes cantidades perjudica a los menores e incumple las normas internacionales”, dijo Clara Long, investigadora de EE.UU. de Human Rights Watch.
“El Congreso debería explorar alternativas a la detención como las que emplean con éxito otros países que tienen experiencia en auges de cruces fronterizos de este tipo”.
La ley de EE.UU. permite a la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP, por sus siglas en inglés) detener a niños por un máximo de 72 horas. Antes de la reciente oleada, los niños eran retenidos durante sólo 12 horas como máximo, pero los últimos informes indican que la CBP está reteniendo a niños durante periodos cercanos a los 10 días o dos semanas.
Por su parte Janeth Murgia del Concejo Nacional de La Raza, dijo que “Lo que estamos viendo aquí es una cuestión humanitaria internacional urgente”
“Estos son niños pequeños que huyen de la violencia y buscan un refugio seguro. Ya sea que se encuentren en su propio país, en los países vecinos o en la frontera de los Estados Unidos, estos niños son refugiados, y se los debe tratar como tales.”
No tienen estatus definido
Virginia Corozo, Cónsul de El Salvador en Georgia dice que su gobierno a través de la embajada en Washington y de su cancillería ha establecido estrategias claras para tratar con el problema que implica a menores de su país.
“Hemos recibido instrucciones de la embajada y la cancillería de apoyar en el llenado de los formularios que inmigración a los patrocinadores en el momento en que inmigración decida dejarlos que entren al país”, dijo la funcionaria pero advierte que eso no quiere decir que los menores que sean entregados en custodia de sus familiares o allegados tengan desde ese momento un estatus definido.
“Los menores son entregados al cuidado de una persona mayor para que se les garantice su cuidado médico, su alimentación y un techo”, advierte Corozo. “Deben tener en cuenta lo que dicen a las autoridades y la veracidad de cada información, tener un patrocinador no implica ningún estatus”, recalcó.
El consulado salvadoreño está pendiente de las familias de ese país que soliciten su apoyo y hasta el momento según la cónsul solo dos familias se han acercado a solicitar ayuda en el trámite de los formatos para hacerse cargo de menores en calidad de patrocinadores.
“Pero debemos ser reiterativos, llenar esos formularios y entregarlos no significa definitivamente que el menor se va a quedar aquí.”
Rosa Maria Mérida Mora, cónsul de Guatemala, dijo que ellos tenían conocimiento de padres que están esperando poder reunificarse con sus hijos aquí en su jurisdicción, pero inmediatamente las han puesto en contacto con los consulados de frontera y las oficinas de refugio y reasentamiento para que
concluyan sus trámites a fin de poder ayudarlos.
El tiempo se agota
Para Carlos el tiempo se agota porque en tres meses cumplirá los 18 años y aun no se ha presentado a la corte para definir su situación. “Me vine para superarme y salir adelante”, comenta, porque no quiere seguir la misma vida esperando que las cosechas de maíz y frijoles se den para poder sobrevivir.
“Si me dan papeles voy a echarle ganas y salir adelante…”, al fin de cuentan sabe que en su casa cuatro hermanitos menores que él, tienen la misma ilusión de salir algún día de la pobreza.
*Carlos es un nombre ficticio para proteger la identidad del menor