Tener nada y arriesgarlo todo
Mientras enrollaba en sus manos el cable de unos audífonos que caían de su cuello y terminaban en su celular, el chico pensaba dos veces lo que iba a responder cuidándose de no decir más de la cuenta, pero al final sintió confianza y no fue menos que un libro abierto al que podía revisársele letra a letra y página por página. Es de buena estatura y su historial clínico y perfil morfológico bien detallado dentro de su expediente, dan fe de que está en perfecto estado de salud.
Si pasa por su lado, usted nunca se va a imaginar ni dos líneas de su historia. Salió de su país, Honduras, recién había cumplido los 17 años, con mil Lempiras en el bolsillo—algo menos de cien dólares–, dispuesto a vencer todas las fronteras a su paso con el fin de conquistar la cúspide de sus sueños: Estados Unidos.
Como miles de menores, este joven, del que nos reservamos detalles por razones de seguridad para él y quienes lo tienen a su cargo, hace parte de ese enjambre de niños que tienen hoy por hoy encendido el debate acerca del masivo éxodo por la frontera sur del país de quienes salen de sus ranchos, parcelas, veredas, pueblos, montes y montañas a arriesgar todo lo que tienen que en casi todos los casos no es nada más que su propia vida.
“Carlos”, como decidimos llamarlo en nuestro artículo de la página 14, dice que no tardó mucho en pasar las fronteras de Guatemala y México, pero alcanzar la de Estados Unidos le tardó casi un mes, incluyendo los 20 que debió vivir en México de un albergue a otro, tres días con sus noches en la frontera y ya dentro del país, más de 3 meses en un albergue en San Antonio Texas.
La política del gobierno de Estados Unidos de detener a niños migrantes no acompañados, algunos por períodos largos, y someterlos a un procesamiento inadecuado los pone en peligro, señaló Human Rights Watch.
El pasado 24 de junio de 2014, el Comité de Seguridad Nacional de la Cámara de Representantes celebró una audiencia sobre niños migrantes no acompañados: menores que viajan sin padres o tutores. El Comité Judicial de la Cámara también llevará a cabo una audiencia sobre el tema.
El gobierno de EE.UU., predice que 90.000 niños migrantes no acompañados cruzarán la frontera entre Estados Unidos y México en el año fiscal 2014, 10 veces más el número que cruzó en 2011. Miles de niños más han cruzado acompañados de un padre, lo que también supone un aumento respecto a años anteriores.
“La política del gobierno de EE.UU. de detener a niños en grandes cantidades perjudica a los menores e incumple las normas internacionales”, dijo Clara Long, investigadora de EE.UU. de Human Rights Watch.
“El Congreso debería explorar alternativas a la detención como las que emplean con éxito otros países que tienen experiencia en auges de cruces fronterizos de este tipo”.
Pero más allá del debate y las consecuencias de todo tipo, los motivos de este masivo éxodo, siguen siendo los mismos. Una terrible situación socioeconómica en los países centroamericanos que aboca a los menores a esperar solo llegar a la adolescencia para escapar de la pobreza y el olvido en que han crecido sus parientes.
Carlos tiene claro que cuando decidió salirse de su casa en agosto de 2013, no lo hizo por el miedo a las maras, aunque ya había oído hablar de ellas y en su pueblo todos les temían, sino más bien porque ninguno de sus 4 hermanos mayores había terminado siquiera la primaria, y los cultivos de maíz y frijoles de los cuales subsistían eran cada año una ruleta rusa, a veces daban cosechas suficientes a veces no.
Hoy entiende que de personas como él es que hablan las noticias todos los días, y por ello anda receloso, es tímido y no quiere poner en peligro su estadía en el país bajo la custodia de una persona que le hizo el favor de responder por él ante el gobierno americano, pero guarda las esperanzas de quedarse, porque su enfoque desde que tiene uso de razón es el mismo “superarse y salir adelante” y esas dos palabras, no tienen cabida en el lugar donde vive su familia.