Acostumbrándonos a una era tecnológica: tweets, texts, emails…
Nos enteramos de las noticias sin tener que comprar un periódico; podemos navegar por diversos temas, desde ciencia hasta moda, en cuestión de minutos; nos comunicamos con casi cualquier rincón del mundo con solo teclear unas cuantas letras en el celular; entretenemos a nuestros hijos con libros cibernéticos o pequeñas computadoras potables capaces de contener desde películas hasta los juegos más populares de pantalla; y presenciamos el evento más extraordinario ocurrido en el día o la tontería más grande cometida por alguien a través de videos virales.
Todo esto ocurre gracias a la tecnología, a través de pequeños gadgets que han transformado totalmente la manera de interactuar del ser humano con el mundo en los últimos 50 años y que han perturbado la cotidianeidad de una sociedad que solía ser más sedentaria en términos intelectuales e imaginativos.
Con los días, parece acelerarse cada vez más la cantidad de información a la que podemos acceder, transformando no solo la percepción sobre la realidad humana, sino la manera en que actuamos con los demás. Atrás van quedando los tiempos en que la simplicidad de las cosas era la regla común, hoy entre más tenemos más queremos.
Hemos iniciado una carrera en la cual la meta no es el quedarse atrás en cuanto al último modelo de celular, computadora o aparato tecnológico. Hoy día ir a la escuela requiere más que una pluma o un cuaderno, las tareas son presentadas en Power Point y teclear sobre una computadora es imperativo para un pequeño estudiante de preescolar de 4 años. Estos son los actuales signos de progreso, el que no sabe textear, tweetear o mandar un e-mail debe verdaderamente preocuparse.
Cuando se trata de alabar los avances tecnológicos, generalmente sobresalen los aspectos positivos, los pros, los beneficios de esta maravillosa época de comodidades y creaciones que le quitarían el sueño a cualquier científico o explorador del pasado. Sin embargo, poco se habla de los efectos negativos que el uso de esta tecnología comienza a tener en el comportamiento humano.
Este tema, aunque nuevo comienza a generar cuestionamientos entre psicólogos y pedagogos dados el aumento en casos de alto estrés, pánico, psicosis, adicción a las redes y otras enfermedades mentales que se están detectando en el cerebro humano por causa del excesivo uso del web y otros dispositivos cibernéticos.
De acuerdo con algunos estudios, muchas personas en los Estados Unidos pasan más de 8 horas frente al televisor, pero un tanto más pasan frente a la computadora. Los adolescentes emplean cerca de 7 horas diarias en sus diversos aparatos, en una labor de multitareas combinadas, ya sea en sus i-pods, i-phones, smartphones, celulares, etc. Se cree que una persona pasa texteando cerca de 400 veces en un mes, 4 veces más que lo registrado durante el 2007.
Expertos en el tema consideran que esta tecnología está creando un nuevo ambiente mental, en el cual la realidad digital impuesta a la mente humana tiene como consecuencia una realidad falsificada y que está generando variaciones erráticas en el comportamiento humano.
Algunos especialistas en neurociencia afirman que la interacción excesiva del ser humano con la computadora y demás aparatos electrónicos está dando paso a nuevos síndromes y enfermedades mentales, tales como los síndromes de adicción al Internet y a cualquier otro tipo de tecnología virtual. China, Taiwán y Corea son algunos de los países que han comenzado a tratar el uso excesivo de la web como un problema de salud para el país, ya que cerca del 30% de adolescentes son considerados adictos quienes pasan revisando su e-mail cada 15 minutos.
La UCLA ya había registrado durante el 2008 cambios en el cerebro, como resultado del uso moderado del Internet y actualmente, otras instituciones de investigación ya han comenzado a probar la existencia de anomalías estructurales en la materia gris del cerebro expuesto a dichos dispositivos, afirmando incluso la ocurrencia de un encogimiento de un 10% a un 20 % del área cerebral responsable de procesar el habla, la memoria, el control motor, la emoción y otra información durante dicho uso. La conclusión es que entre más tiempo pase la persona frente a una computadora o aparatos similares, mayor es el registro de signos de atrofia en el cerebro.
Muchos investigadores en el tema afirman incluso que el nuevo mundo digital alentará más formas extremas de enfermedades mentales tanto en niños como en adultos. Si bien, no existe una confirmación total al respecto, esta información ayuda a la reflexión sobre cómo emplear balanceadamente nuestro tiempo en estos aparatos tecnológicos y el grado de dependencia que hemos creando sobre ellos.