El cambio climático y Trump
Adriana García
A mediados de marzo y muy cercanos a la primavera, Estados Unidos experimenta tormentas de nieve, tornados y fuertes lluvias. “Son los efectos del cambio climático” comentan los ambientalistas quienes culpan al calentamiento global por la reciente imprevisibilidad del clima en el mundo. Esta postura es apoyada abiertamente por agrupaciones científicas, ambientalistas y la propia población estadounidense, quien critíca la actitud anti-ambientalista del Presidente Donald Trump que rechaza la idea de que la actividad humana en el planeta es la responsable del calentamiento global.
De acuerdo con la Dra. Gretchen Goldman, la existencia de regulaciones como la Ley de Aire Limpio (Clean Air Act) o bien el trabajo de instituciones como la FDA Administración de Medicamentos y Alimentos, que imponen ciertas reglas en el manejo de diversos productos, se basan en estudios científicos que determinan los diversos estándares de calidad existentes, así como los efectos positivos o negativos tanto de recursos naturales como de los no naturales, de los cuales nosotros los seres humanos dependemos. Así pues, la labor científica y su opinión profesional es muy importante en el tema ambientalista. Hoy día, tanto la comunidad científica como grupos activistas proambientalistas se encuentran consternados ante la ausencia de un compromiso real con el medio ambiente, por lo que han exigido al presente gobierno se apegue al Acuerdo de París, en el cual varias naciones se comprometieron a reducir las emisiones de carbono en el mundo a fin de limitar el incremento de la temperatura global a 1.5 grados centígrados y lograr la transición hacia la producción de una energía sostenible limpia, que garantice la protección de todos los ecosistemas a manera global.
Sin embargo, la postura desentendida y despreocupada del Presidente Donald Trump, quien se ha aliado con varias industrias que apoyan la explotación de combustibles fósiles, ha favorecido el uso de herramientas políticas dirigidas a desmantelar los avances proteccionistas de tipo ambiental que implementó Barak Obama durante su gestión y dar marcha a la apertura de proyectos previamente cancelados como la construcción de oleductos. Gracias al Acto de Revisión del Congreso (CRA), industrias consideradas contaminantes planean hechar atrás provisiones establecidas para proteger el medio ambiente y la salud pública. Así vemos la reciente cancelación de la protección que prohibía el desague de residuos mineros en cabeceras de ríos, ríos y riachuelos, que garantizaba la protección de la vida animal y de plantas dependientes de estos recursos. Es bien sabido que una vez contaminado un río, el proceso de reversión ocurre en décadas. Otra legislación que intenta ser removida está destinada a bajar los estándares de seguridad en edificios y almacenes que guardan y contienen productos químicos, petróleo y gas, lo que afectaría la vulnerabilidad de las comunidades cercanas. Una más es la desregulación en la medición de emisiones de gas metano, benceno, formaldehído y sulfuro de hidrógeno en el medio ambiente, que ha establecido estándares seguros de partículas contaminantes en el aire.
A pesar del rechazo de Trump sobre el efecto humano en el cambio climático, los científicos afirman que el calentamiento global es un hecho y que el incremento de la temperatura de la tierra por emisiones de carbono y de contaminantes atrapados en la atmósfera continuará ocurriendo sino se para la masiva producción de carbón, petróleo y gases y se comienzan a producir nuevas fuentes de energía limpia. De acuerdo con los especialistas, del 1880 al 2012 se registró un calentamiento global de .85 grados centígrados o 1.53 F y fue el año 2016 el más caliente de la historia humana. Se prevé que de no haber cambios radicales, extremas condiciones climáticas seguirán experimentándose particularmente en hemisferio norte.