Se intentarán promover discusiones sobre la legalización de drogas en Centroamérica
Por: Adriana García
El homicidio de una pareja de misioneros, asesinatos de artistas populares o bien la aparición de descabezados o ejecutados en calles o centros nocturnos en ciudades dominadas por narcotraficantes, se suman a la innumerable lista de eventos siempre relacionados con la violencia que sufre México por la incontrolable actividad del narcotráfico.
Ciudades como San Fernando, Mier, Valle Hermoso, Reynosa, Matamoros, Tampico, Madero, Altamira y Ciudad Victoria, por nombrar algunas, viven día a día aterrorizados ante un posible incidente no sólo por las actividades delictivas del tráfico de drogas, sino también por acciones de secuestro, extorsión, tráfico de personas, asaltos con violencia y robo de vehículos, entre otros, que hacen parecer a México una selva urbana, un lugar permanentemente inseguro.
Si bien recientes indicadores señalan que México continúa siendo un lugar turísticamente atractivo, es indignante y desalentador observar la aparente inexistencia de una pronta solución para atacar tal mal en el corto plazo.
Ante la proximidad de las elecciones, algunos mexicanos aún guardan la esperanza de que el próximo nuevo gobierno aminore dicho flagelo, pero la realidad dista de la esperanza sobre todo cuando se considera el alto nivel de ganancia que este negocio genera en combinación con una mala economía y la falta de trabajos bien remunerados; el hecho de que involucra a diferentes naciones proveedoras y consumidoras con regulaciones totalmente distintas; y que finalmente estas agrupaciones criminales cuentan con estructuras bien organizadas y actualizadas.
Así pues, combatir el narcotráfico constituye un asunto bastante complejo desde que persisten desacuerdos entre las naciones sobre cómo embestirlo, incluyendo a los Estados Unidos de América quien se ubica como uno de los principales consumidores del área.
Mientras que la narcoviolencia en la frontera norte de México no es noticia nueva y constituye un foco de atención para los Estados Unidos, es menos notorio el efecto desastroso que estas mafias están tendiendo al sur de este país, afectando en gran manera a las frágiles naciones centroamericanas. Hoy por hoy, los 7 países de la región forman parte de la lista de traficantes de drogas de Washington, a través de cuyo territorio transita cerca del 60% de la cocaína destinada a los Estados Unidos, lo que ha incrementado la tasa de homicidios relacionados con dicha actividad criminal.
Ante esta situación, los presidentes de Guatemala y El Salvador expresaron esta semana su disposición de promover un debate en sus países para que se legalicen las drogas, dado que el narcotráfico es un problema heredado a causa del consumo de estupefacientes en Estados Unidos.
Según el presidente de Guatemala Otto Pérez Molina es importante poner el tema a discusión a fin de “fortalecer los mecanismos para luchar en contra del crimen organizado, ….mientras el consumo no se logre reducir, el problema va a seguir”. Por su parte, el presidente salvadoreño Mauricio Funes dijo estar dispuesto a adherirse a esa propuesta.
Si bien no ha habido replica por parte de otros gobiernos, Pérez Molina afirmó haber conversado el tema de la despenalización de las drogas con sus colegas de México, Felipe Calderón Hinojosa y de Colombia, Juan Manuel Santos, por lo que propondrá una cumbre de presidentes centroamericanos para el mes entrante en El Salvador.
Pérez Molina culpa a los cárteles de drogas por los altos índices de violencia en Guatemala, un país de 13 millones de habitantes invadido por pandillas y cárteles de drogas mexicanos con una tasa de homicidios de 41 por cada 100 mil habitantes, según la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, índice 3 veces mayor que la de México.
Autoridades estadounidenses y guatemaltecas informaron recientemente que habían encontrado evidencias de que el cártel de Sinaloa ha extendido sus operaciones de producción de metanfetaminas hacia Guatemala, mientras que también opera el grupo mexicano conocido como Los Zetas. Por su parte, Estados Unidos no ha tardado en reaccionar en contra de estos comentarios y en un comunicado a través de su sede diplomática en Guatemala indicó que la legalización de las drogas sólo representaría “una amenaza a la salud y seguridad pública”.